Los perjudicados somos todos

Luis Latorre

LUGO CIUDAD

31 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es bastante obvio que a Carmen Basadre le gusta más el Arde Lucus que el San Froilán, pero no es necesario destruir nuestras fiestas patronales para que luzca más la romana. Ambas pueden convivir perfectamente en el amplio calendario lucense.

La sorprendente entrada en escena de una empresa de Madrid dedicada al mundo de la publicidad como adjudicataria de seis - y puede que siete- de los ocho puestos relacionados con el pulpo para las fiestas del San Froilán de los próximos cuatro años está dando mucho que hablar.

Resulta alarmante ver que el pliego de condiciones aprobado por el Ayuntamiento de Lugo da las mismas posibilidades de obtener una caseta a La Palloza que a Cementos Cosmos, ya que no se exige experiencia en el sector, conocimiento del tema o siquiera estar dado de alta en el IAE en hostelería. Se pueden dar de alta después de ganar la adjudicación, con lo que los meritorios cincuenta años que lleva cortando pulpo Aurora de Carballiño no sirven para que le resulte más fácil servirlo en nuestras fiestas. Vivir para ver.

El problema de fondo

El problema de fondo de todo esto no es el perjuicio causado a los tradicionales adjudicatarios de las casetas, que pudieron haber subastado más o haber peleado contra el nuevo sistema de adjudicación que origina todo este problema (algunos les avisamos en su día). La cuestión es que los perjudicados somos todos, porque esta situación daña a las fiestas. Nos podemos encontrar fácilmente con dos escenarios: o que los adjudicatarios ni siquiera monten las casetas porque no les funcione una probable «negociación» con los hosteleros locales para explotarlas, o que el casi total monopolio por parte de esta empresa derive en la mala calidad del servicio, que suele pasar cuando te cargas un principio básico como es la competencia.

No se trata de «los de fuera son peores», ni mucho menos. Aurora es de Carballiño y es un indiscutible referente en el mundo del pulpo lucense. Si un célebre hostelero de Bilbao o de donde sea hubiera ganado una caseta o un caldero no me parecería mal. Al contrario, sería un aliciente para que gente de otros lugares venga a disfrutar de Lugo y para que los empresarios locales se pongan las pilas. Pero que una única compañía monopolice la gastronomía de las fiestas (con la honrosa excepción de la presencia del Torre de Núñez) es preocupante. El Ayuntamiento no puede primar a las firmas locales, pero sí puede exigir que se demuestre una solvencia que aquí ni está ni se le espera, o al menos evitar que una misma empresa maneje todo el cotarro. Y todo esto ocurre justo cuando el pulpo á feira obtiene el tercer puesto en los platos más típicos de España. ¿Casualidad? Lo dudo bastante.