A «Harry» aún le quedan seis vidas

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Álvaro Ballesteros

El gato superviviente de la camada arrojada el domingo a un contenedor en el barrio de Almáciga está siendo cuidado por dos estudiantes en Santiago

27 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Harry es el nombre escogido para el único gato que sobrevivió de la camada de seis arrojada el domingo a la basura en Almáciga, dentro de una bolsa de plástico y con la única protección de unas hojas de árboles como cobijo. Nada se sabe del autor de la salvajada, pero sí de las jóvenes que se dedican en cuerpo y alma al cuidado del pequeño felino. Judith López González y Laura Porteiro Balsa han obrado el milagro, pero solo para uno de ellos. Las dos son estudiantes en Santiago, la primera originaria de Lugo y voluntaria del refugio; y la segunda de Carballo, que compagina sus estudios con el trabajo, y ahora también con el cuidado de Harry.

Judith se llevó a Harry y a uno de sus hermanos, un gatito blanco, a su casa porque «en el refugio no hay nadie que pueda ocuparse de ellos. Tienen horario de oficina y ni siquiera atiende todos los días». «Lo peor fue ver agonizar al hermano de Harry, y no tener a nadie a quien llamar porque la veterinaria del refugio no está disponible por las tardes», lamenta Judith, que reclama más medios en Santiago.

Por su experiencia en el refugio y su trabajo altruista en grupos de protección animal, Judith asegura que «el abandono en los contenedores no es algo excepcional, es mucho más habitual de lo que imaginamos», incluso en zonas rurales lo más habitual es que «los entierren o los ahoguen».

El mismo día que la camada de Harry llegó al refugio, otros dos gatos algo mayores fueron rescatados, y uno más con muchas heridas murió a las pocas horas. Hace unos días, otro grupo de seis gatos fueron arrojados a un contenedor en Ames y acogidos por una asociación. Ayer, otros dos gatos aún con el cordón umbilical se debatían entre la vida y la muerte en casa de voluntarias. Judith reclama más medios, pero también campañas de concienciación para que «las personas que tienen gatos recurran a la castración, y sobre todo, para que se terminen estos actos salvajes». La puesta en marcha de colonias controladas es otra de las opciones, pero «tienen que ayudar y dar medios».

Con su dedicación y la de su amiga Laura, salvaron la vida al pequeño Harry, que debe su nombre al reloj de Harry Potter que Judith puso junto al gatito para que el tictac le recordara el corazón de su madre. Judith recuerda las primeras horas de vida del felino con «mucha angustia porque no fue fácil conseguir que comiera de una jeringuilla ni tampoco que evacúe, hay que masajearles seguido», pero el paso de los días jugó a su favor. Por cuestiones familiares Judith tuvo que desplazarse a Lugo y Laura se quedó al cuidado de Harry en solitario.

En su cuarto día de vida, ayer, Harry abrió uno de sus ojos y el proceso de alimentarlo empezó a ser «menos agobiante». Aunque su estado sigue siendo grave, «hay más esperanzas, aunque los gatos no pueden separarse de su madre hasta el mes y medio, más o menos». Judith siente rabia por quienes «maltratan a un gato, porque no sé qué clase de personas pueden hacer algo así». Cuando el felino sea algo mayor «ya pensaremos en buscarle una adopción», que sería un final feliz para el pequeño Harry.