Desvían el Camiño Primitivo a través de una aldea con máquinas de refrescos

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Modifican el trazado en Bascuas y de este modo los peregrinos pasan junto a un alpendre con bebidas y fruta

29 may 2016 . Actualizado a las 15:13 h.

«Hai unhas semanas que viñeron as palas a mellorar o Camiño Primitivo e agora non pasa ningún peregrino», señala un vecino de Bascuas, en Lugo, asombrado por un fenómeno que se instaló durante años en el Camiño Francés y que ahora, con el aumento de los romeros a Santiago, se ha extendido a otra ruta Patrimonio de la Humanidad.

En la bajada de las canteras de Bascuas, en torno al mojón del 115 a Santiago, alguien retiró el kilometraje, la placa del camino y pintó señales amarillas desviando la ruta por otro lado. También se pintó de amarillo el suelo, en concreto en una de las nuevas canalizaciones que hizo la Xunta. Además, sospechosamente en el camino oficial hay, en apariencia, una siembra de verde, dando la sensación de que el camino está abandonado.

Los peregrinos, de esta forma, cogen un desvío que les hace pasar por la iglesia parroquial. Unas placas con el símbolo del camino se colocaron estratégicamente por el «nuevo» trazado, totalmente asfaltado y por donde pasan coches y vehículos agrícolas. Se trata de una pista que une el núcleo parroquial de Bascuas con la aldea de Daquelcabo. Un poco antes hay un cruce, que puede incluso despistar al peregrino si no ve bien la placa «colocada». Y justo antes de que el romero vuelva a coger la ruta primitiva, se encuentra con un alpendre reconvertido en lugar de ocio donde se venden refrescos, cervezas y bebidas isotónicas a 1,50 euros la lata. También hay máquinas de juegos, como un futbolín o una diana, así como sillas y mesas para descansar, mientras uno se puede tomar un café, también de máquina. Además, se ofrece fruta «a la voluntad». Y como gancho, se ofrece el servicio de sellar la credencial, aunque el sello esta semana estaba estropeado. Nadie atiende este «bar», se gestiona todo con la buena voluntad de los peregrinos, que han tenido que desviarse por pistas asfaltadas durante 1.229 metros, mientras que si fuesen por la ruta acondicionada por la Xunta, harían unos 928 metros, trescientos menos que por el desvío «provocado». Eso sí, pueden descansar y tomarse un trago.