Eufemismos

Antón Grande TRIBUNA

LUGO CIUDAD

18 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivo en un lugar rodeado de eufemismos. O más bien, los eufemismos, los retruécanos o las metáforas nos rodean en Europa, yo diría que en el mundo, para que algunos no digan lo que quieren decir y no se atreven, o lo que les avergüenza, o simplemente, como engañifa para seguir con el uso de metonimias que no conducen a nada. O casi.

Desde pequeño tuve afición por la lectura y acudía a la biblioteca pública a leer los cuentos de Asterix y Tintin, luego seguí acudiendo a las bibliotecas, la provincial, del Círculo, de la Universidad, pero siempre a la biblioteca. Pues bien, ahora cuando acudo a leer, a buscar un libro o a consultar algún dato, ya no lo hago en una biblioteca sino en una «Axencia de lectura», como figura en los centros sociales del Ayuntamiento de Lugo. Esto si que es un eufemismo y lo demás son coñas.

A lo largo del día, o de la vida, nos siguen rodeando estos tropos lingüísticos y si no, veamos esa sentencia que dice que el PP es como una ONG, o sea, como la Cruz Roja o Amnistía Internacional. Este, desde luego, es un eufemismo judicial con chulería.

Pero aun hay más. Se mueren dos espeleólogos españoles en Marruecos y un tercero se salva por los pelos, las autoridades marroquíes justifican sus carencias de medios llamándoles osados por acudir a un lugar peligroso y ante tanta desfachatez, el ministro García Margallo se larga con unas declaraciones en la que afirma que hubo «disfunciones» en el rescate cuando, según parece, fue un fiasco lo que llevaron a cabo los teóricos rescatadores alauíes. Un diez en gramática parda para Margallo.

Un banco, uno cualquiera, abusan todos, cobra dos euros en concepto de «comisión» por un ingreso en ventanilla de 25 euros. Esta si que es una comisión eufemísticamente hablando aunque claro, aquí intervino un juez que obligó al banco a devolver los dos euros por abuso hacia los clientes, y es de esperar que siga la justicia en la misma línea.

Con Franco había que aprender a leer entre líneas. Ahora hay que aprender gramática para adivinar lo que nos dicen entre eufemismos, metáforas, tropos y metonimias. Menos mal que a los gallegos nos ayuda la retranca. Por eso, a veces, nos da la risa. Lástima.