Recuerdos de una vida de hierro

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

GUITIRIZ

Suso Pena

Jesús González, ferreiro de Momán (Xermade), fabricaba cuchillos y hoces que llevaban consigo los segadores de la comarca que iban a trabajar a Castilla

08 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Jesús González, natural y residente en Momán, fue ferreiro por tradición y, sobre todo, por decisión. Incluso cabe decir que ahora, a sus 94 años, sigue siéndolo porque ni la edad ni algunos achaques de salud le impiden hablar del oficio. En su casa había una forja, aunque no gente inmediatamente anterior a él que se dedicase a ese oficio; allí hizo tuvo, de joven, sus primeros contactos con esta actividad, que amplió y perfeccionó tras volver del servicio militar.

Con un ferreiro de Candamil aprendió los secretos del oficio, que le sirvieron para establecerse. Hablamos de mediados de siglo pasado, de cuando municipios como Xermade o Guitiriz aportaban mano de obra para la siega en Castilla, lo que suponía una importante salida para parte de su fabricación. Los que iban a segar llevaban consigo hoces fabricadas por Jesús González, de calidad más que probada. El veterano ferreiro recordaba ayer, satisfecho, cómo algún segador, tras un mes de dura faena, no solo presumía de conservar bien su herramienta sino que incluso, por ese buen estado, podía venderla. Una hoz, dice, podía costar alrededor de 25 pesetas: eran, bien se ve, otros tiempos.

Los cuchillos eran la otra parte destacada de la fabricación, aunque los cabos de madera se compraban a un artesano de Laxosa (O Corgo). González explica que no llevaba la cuenta de las piezas que elaboraba cada día, si bien iba repartiendo las jornadas por tareas. Eso sí, se empezaba al amanecer y se terminaba después de anochecer, como apunta uno de sus hijos, también de nombre Jesús, con el que vive. De todos modos, el ferreiro aporta, con el peso de la experiencia, un consejo que parece una prevención contra prisas y apuros: «O traballo non é só facelo senón tamén saber facelo», dice.

Momán tenía entonces una feria en la que Jesús González solía dar salida a su producción, en la que los cuchillos llevaban mango de abedul y a los de mayor nivel y calidad se les ponía madera de boj. Para surtirse de hierro solía acudir a un negocio de Lugo, en donde aprovechaba horas y horas para volver a casa con el material ya cortado. Con el tiempo, por otro lado, fue cambiando el combustible: su hijo Jesús explica que del carbón de leña se fue pasando al carbón de hulla, comprado en Asturias y de más calidad.

Sus dos hijos varones conocen el oficio, pero no se animaron a seguir los pasos paternos. Jesús González hijo explica que si se realizase hoy un trabajo como el de su padre, harían falta muchas horas de dedicación sin la certeza de una rentabilidad económica. La fabricación en serie o el uso de nuevos materiales parecen una durísima competencias, aunque el padre opina con sus años de experiencia: «O aceiro non é o mesmo material ca o ferro», dice.