El cura envenenado: «Perdoo a quen o fixo. Vouno ir velo ao cárcere»

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

GUITIRIZ

ALBERTO LOPEZ

Alfonso Blanco, sacerdote de Guitiriz que sufrió un intento de intoxicación, seguirá ayudando a gente con problemas

24 mar 2015 . Actualizado a las 23:53 h.

Igual que la gente acude en romería a santuarios de la Terra Chá -Os Milagres en Saavedra (Begonte) o San Alberte en Sambreixo (Guitiriz)- para cumplir promesas o pedir favores, muchos chairegos y de zonas próximas acuden estos días a Lugo para visitar a una persona ingresada en el HULA. El paciente es Alfonso Blanco, de 65 años, sacerdote de Guitiriz que fue envenenado supuestamente por un vecino de Santa Locaia (Guitiriz) y cuyo estado de salud ha causado inquietud y preocupación. Son tantas las visitas que a la familia no le ha quedado más remedio que acortarlas, ya que el sacerdote -encargado de varias parroquias, coordinador de la Asociación Cultural Xermolos y activo dinamizador social y cultural de la vida chairega- se esfuerza en recibir y dedicarles unos minutos a todos los que se acercan al hospital de Lugo.

El origen del envenenamiento estuvo en una intoxicación con un potente tranquilizante, Tranxilium, que la persona que lo invitó a comer, el sábado 14, le dio mezclado en un plato de caldo. El sacerdote explicaba ayer que no había notado nada raro mientras comía, aunque los efectos sí fueron fulminantes. La persona que se lo suministró, que está en prisión desde el jueves pasado por homicidio en grado de tentativa y robo, se alarmó al ver que el cura se había quedado completamente dormido y no se despertaba, por lo que de inmediato pidió ayuda y el cura acabó trasladado en ambulancia al HULA.

El sacerdote aseguró ayer que se encuentra «cada día mellor», y destacó, con gratitud, que la sala de espera próxima a su habitación estaba llena de gente esperando para verlo. Parece que las secuelas físicas de la intoxicación se superarán, tras haber pasado unos días inconsciente. Las cicatrices de su ánimo ya están curadas porque no ha habido espacio para culpar o guardar rencor. «Perdoo a quen o fixo, e vouno ir ver ao cárcere», decía Blanco ayer sobre J.J.B.L., de 43 años, con la que mantiene una estrecha relación desde hace años. «Temos que aprender a perdoar e a querernos», afirmó. «O que pasou foi un accidente», declaró.

El hombre que lo invitó a comer y lo envenenó arrastra problemas de adicciones desde hace años, y ese perfil lo ha colocado más de una vez en situaciones agresivas de las que ni siquiera Alfonso Blanco se ha librado. En los últimos meses, además, la víctima ejercía como controlador del ahora encarcelado, pues realizaba en la Asociación Cultural Xermolos, que Blanco coordina, trabajos en favor de la comunidad.

¿Tiene algo de odio hacia su agresor? «Non llo teño». El vecino que está en prisión no solo tiene con el sacerdote una relación desde hace años, sino que incluso, llevado por una cierta admiración, llegó a ingresar en el Seminario de Mondoñedo, aunque la experiencia duró poco tiempo y la adaptación a ese tipo de vida parecía harto difícil.

 «Vou seguir comprometido»

Blanco, pese a lo ocurrido, sigue firme en su postura, hasta el punto de que se siente «reforzado». «Vou seguir comprometido», proclamaba ayer. El sacerdote no piensa dejar de ayudar a personas con problemas, sean toxicómanos o con otros perfiles, y recordaba que Jesucristo se rodeaba de leprosos, que soportaban en aquel tiempo una marginación similar a la que hoy padezca un drogadicto. «O meu compromiso vai seguir porque é necesario e urxente», recalcó, agregando que ese trabajo de ayuda a los demás tenía que estar presente «todos os días».

El sacerdote subrayaba ayer que algunas adicciones llevan a quienes las padecen a cometer actos que resultan atrocidades. Pero él, en lugar de buscar culpas o asignar condenas, destacaba que lo importante era dialogar con ellos y escucharlos.

La persona que intentó intoxicarlo llegó a adoptar con él, en alguna ocasión, un comportamiento algo violento. «Vaiche pesar», le dijo el sacerdote Alfonso Blanco, que con sus palabras consiguió calmarlo y hacerle desistir de su actitud.

Planes de trabajo

Mientras tanto, el sacerdote ya anda dando vueltas al trabajo que tiene por delante, aunque estos días, además de hacer planes y de continuar con su recuperación, su habitación del HULA es una improvisada casa rectoral con muchos feligreses.