La insospechada rebelión de Friol

Jorge Casanova
jorge casanova FRIOL / LA VOZ

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La defensa del párroco mantiene firme un áspero pulso entre medio concello y el Obispado de Lugo

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Si el obispo de Lugo hubiera intuido las consecuencias que se derivarían del cambio de párrocos que llevó a cabo en enero, probablemente no lo habría hecho. Porque desde entonces tiene de uñas a buena parte de los vecinos de Friol y de parte de Guitiriz. Y no solo eso. Ha conseguido que una población envejecida y sin muchas ganas de movimiento se haya unido para reivindicar a su párroco, don Ramón. No quieren otro. Y están dispuestos a lo que sea para restituir la situación previa al desafortunado movimiento de piezas ejecutado por el obispo.

«Eu atendín a moitos curas e nunca vin isto. O que quixo marchar, marchou, pero a don Ramón quixérono levar ás escondidas por un capricho tonto», dice Delia Barreiro, una señora de 87 años que no está ni más ni menos indignada que el resto de sus vecinos con el estropicio eclesiástico que se ha hecho en la parroquia. El caso de Friol no es tan extraordinario. En unos tiempos en los que las vocaciones son algo menos que un bien escaso, los católicos gallegos, especialmente los que viven en el medio rural, no gustan de estos cambios de párroco. De vez en cuando salta algún conflicto, pero no dura mucho. Lo extraordinario de este caso es la tenacidad con la que los feligreses reclaman el regreso de don Ramón.

Hasta el momento, los friolenses se han manifestado en casi todas las parroquias afectadas y han ido a enseñarle sus pancartas al obispo de Lugo y al mismísimo papa Francisco en su reciente visita a Fátima. El pulso que mantienen con el Obispado y que ha superado ya una entrevista del obispo con el alcalde y otra con la plataforma vecinal tiene a la comunidad sin párroco. En un principio, don Ramón fue destinado a Ribas do Sil, en el límite de la diócesis. Allí estuvo un mes y pico. Lo mismo que su sustituto en Friol. Ambos renunciaron. Así que ahora las parroquias de don Ramón están sin pastor. No hay más misas que las se piden por funerales y los sacramentos y las oficia un sacerdote que envía puntualmente el Obispado. ¿Y don Ramón? El pobre cura, que se ha visto sometido a una presión que no esperaba, tuvo una crisis de estrés y ahora está sin destino. Puede dar misa, sí, pero no en las parroquias que antes tenía. Eso dicen los vecinos, se lo ha prohibido el Obispado.

El hombre anda por allí sin saber cómo va a acabar todo el lío. Porque los vecinos están muy lejos de dar su brazo a torcer: «Don Ramón é un cura que mira por todos, que axuda aos necesitados, aos peregrinos, atende as persoas maiores, a quen necesita compañía...», explica un miembro de la plataforma.

-Pero iso fano todos os curas... non?

Hago la pregunta varias veces, en varios puntos del concello y siempre recibo una catarata de argumentos a favor de don Ramón, que, al parecer, es un cura muy especial.

Le han ofrecido un empleo

A don Ramón los vecinos le han ofrecido también quedarse en Friol. Un empleo y un lugar en el que vivir con sus animales y sus cosas. Así de duro se está poniendo el conflicto. El hombre prefiere no decir nada. Bastante follón hay ya como para que él se ponga también a hablar.

«En el Obispado no entienden que los vecinos también formamos parte de la Iglesia», afirma otro miembro de la plataforma. La verdad es que la operación ha dejado bastantes reflexiones entre los católicos de la zona: ¿no es la labor que hacía don Ramón la que predica la Iglesia?, ¿por qué cambiarlo de parroquia cuando había alcanzado una integración tan notable con sus vecinos?, ¿por qué no le dejan dar misa a sus antiguos feligreses? «Antes era obrigatorio ir a misa todos os domingos. E agora que pasa?», se queja una señora en Miraz.

No hace falta llamar a muchas puertas para comprobar que el índice de popularidad del obispo de Lugo en la zona es similar a la de Donald Trump en México. Y, llegados a este punto, no parece tampoco que ninguna de las dos partes tenga intención de ceder. En la parroquia de Roimil, una señora se acerca a Marcos, uno de los miembros de la plataforma: «Que? Sábese algo?». «Aínda non; é moi cedo», responde este joven empresario que se ha implicado a tope con la defensa del sacerdote trasladado. La pregunta de la señora tiene que ver con la carta que le entregaron hace unos días al secretario del papa en la visita a Fátima: «Unhas rapazas andaluzas tiveron un problema parecido e aos quince días de enviarlle unha carta ao papa deulles audiencia».

La reivindicación, al frente de la cual se ha puesto el propio alcalde, ha unido a las catorce parroquias afectadas como nunca antes hubieran podido pensar: «Algún di que estamos facendo polo párroco o que non fixemos polo prezo do leite», admite el regidor. Y seguramente es verdad. Hoy había otra manifestación. Y el calendario de movilizaciones va sumando fechas. Seguiremos oyendo hablar de la rebelión de Friol, no cabe duda.