La niebla sigue mandando en la A-8

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

ABADÍN

PEPA LOSADA

Los cortes se suceden en el entorno del Fiouco mientras se amplía la señalización

10 ago 2016 . Actualizado a las 13:29 h.

La niebla parece la reina absoluta en el tramo negro de la A-8, los 16 kilómetros que van de Arroxo (Lourenzá) a A Xesta (Abadín) y que son conocidos sobre todo por los repetidos cortes de la circulación. La escasa visibilidad que a menudo, especialmente en verano, sufre la zona obliga a interrumpir el tráfico, que se desvía por la carretera N-634 como si la transcantábrica aún no estuviese acabada en A Mariña y en Terra Chá.

Solo en cuatro días, del sábado a ayer, se sucedieron tres cortes que tuvieron una duración total de unas 37 horas. El primero llegó sobre las cuatro de la madrugada del sábado y duró hasta casi el mediodía. El segundo se inició el domingo, poco antes de las diez de la noche, y no se terminó hasta las doce del mediodía del lunes; y el tercero comenzó sobre las ocho y media de la tarde del lunes y terminó pocos minutos antes de las doce del mediodía de ayer.

La simple enumeración de las fechas ayuda a entender la repercusión de esos cortes, especialmente los dos primeros, para la circulación entre el interior de la provincia y la costa y entre Galicia y Asturias. La A-8 estuvo cortada en el inicio y en el final de un fin se semana de agosto, dos momentos en los que el tráfico aumenta: en el inicio, sobre todo del interior a la costa; al final, en sentido contrario. La alternativa es la N-634, que además -entre A Xesta y el acceso sur a Mondoñedo, situado en Volta Grande- presenta una serie de escollos para el tráfico fluido. Si se circula hacia la costa, hay casi diez kilómetros de línea continua, en los que no se puede adelantar; si se avanza en sentido contrario, el último tramo de subida a A Xesta carece de un carril para vehículos lentos; y tanto en uno como en otro sentido hay que soportar un buen número de curvas.

Mientras los cortes son habituales en el entorno del Fiouco -que marca, con sus 698 metros, el punto de mayor altitud de la autovía en todo su recorrido-, la Dirección General de Tráfico (DGT) lleva meses colocando más señales y más medidas de control del tráfico. La actuación abarca gran parte el trazado de la transcantábrica en la provincia, los aproximadamente 70 kilómetros que van de Ribadeo a Vilalba. Sensores de tráfico y meteorológicos, paneles con mensajes variables y cámaras que supervisan la circulación -ya funcionaban en varios puntos entre Mondoñedo y Baamonde- son algunas de las medidas incluidas en esa iniciativa.

La llegada del verano, con un aumento de los desplazamientos a las playas en los que se utiliza la A-8, no ha frenado la ejecución de los trabajos, para cuya conclusión no hay todavía una fecha concreta. Por otro lado, las medidas previstas para la autovía incluyen también la colocación de un radar de tramo a su paso por la comarca mariñana, entre Ribadeo y Mondoñedo. Será el segundo de la provincia, pues a finales del 2014 se instaló uno, en el entorno del Fiouco, que vigilia el tráfico en sentido Asturias.

Los cierres más recientes han coincidido con días de ida y vuelta a las playas mariñanas