Incendios

Javier García Calleja

LUGO

29 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La catástrofe que padecieron nuestros vecinos portugueses la pasada semana, en forma de incendio forestal, ha venido a recordarnos las consecuencias de incivismo practicado por algunos individuos con el medio en el que viven de prestado, por cierto.

Sesenta y cuatro vidas perdidas entre las llamas que han arrasado más de 54.000 hectáreas llevándose a su paso viviendas y enseres de gentes humildes que, de pronto, se vieron atrapadas en un verdadero infierno, probablemente provocado por una mano o irresponsable o asesina.

La realidad, ahora, nos acerca al Sur peninsular. Concretamente a Huelva, lugar en el que otro incendio ?probablemente intencionado-, está poniendo en serio riesgo el Parque de Doñana y sus entornos.

La Primavera se despidió con la catástrofe portuguesa. El Verano se inaugura con el incendio de Huelva, que pone en serio peligro la mayor Reserva Natural de Europa.

¿ Y Galicia ?. Pues mire usted, viendo la situación climatológica que arrastramos y lo poco, o nada, que hacemos para prevenir las situaciones de riesgo producidas por los fuegos, provocados o no, solo nos queda encomendarnos a los santos para no repetir las vivencias de aquel verano de 2006, año en el que Galicia fue una enorme hoguera.

Desde ese devastador año aquí, ¿ ha cambiado algo en la prevención y control de incendios?.

Yo diría que nada. No hay conciencia entre la mayoría de la población ni entre los políticos de turno. Nuestras áreas rurales están abandonadas a su suerte, igual que los escasos habitantes que aún se asientas en ellas. Ingentes cantidades de materiales altamente combustibles ?madera seca, matorrales y basuras de todo tipo-, pueblan nuestros montes con alto riesgo de convertirse en verdaderas teas al menor descuido.

Tenemos más medios ?dicen. Hay más cuadrillas ?mal equipadas según denuncian-, más aviones y más maquinaria para combatir el fuego. Lo que no tenemos, en la mayoría de la población, es conciencia. Y desgraciadamente eso no lo solucionan las cuadrillas, ni los aviones ni las máquinas.