«Moonlight», solo sufre el que lo vive

Suso Varela Pérez
Suso Varela CRÍTICA DE CINE

LUGO

10 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de este Oscarizado filme es sencilla, aunque apenas se haya tratado en el conservador cine de Hollywood. Asistimos a tres episodios de otras tantas etapas en la vida de un niño-adolescente-joven de raza negra, homosexual y criado en el ambiente de la droga. Todo un cóctel social para vivir (sufrir) en primera persona la homofobia.

Una propuesta tan arriesgada e independiente, dirigida por Barry Jenkins, acaba de triunfar en los Oscar frente a la pomposa, favorita y, también maravillosa, La La Land. Entonces, si la historia es poco original y sus medios escasos, qué han visto los académicos y críticos para alabar esta película.

Para contestar a esta duda tenemos que adentrarnos en aquello que aparentemente el director no cuenta. El trabajo de los actores es clave para conseguir este efecto. Moonlight se fundamenta en miradas, gestos, silencios y en escenas cumbre que resumen todo el miedo, odio y amor que guarda el protagonista. En ese sentido, es reveladora la escena en el centro de desintoxicación entre la madre y el hijo. Toda una lección sobre las ataduras de la vida.

Escribía Pedro Torrijos (Jot Down) en su crítica sobre la película que «llevar un traje de buena persona no te vuelve bondadoso o tierno ni disfrazarse de malo te convierte en un hombre malo, porque las vidas no son blancas o negras. Probablemente son azules». Por eso, Moonlight es una obra de matices. El espectador debe descubrirlos.

«Moonlight» se estrena hoy en los Cines Abella