Febrero

Carlos Melchor AL OTRO LADO

LUGO

22 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Lugo y febrero últimamente tienen algo que les impide ser compatibles. Ya no es que sea un mes corto y medio raro, se trata de que los periodistas lucenses andan con el teléfono encendido y las orejas tiesas porque algo gordo siempre acaba pasando. A pocos días de cumplirse el primer aniversario de la sorprendente huida/cese/ dimisión de Luis Milla, que tantos ríos de tinta produjo y que terminó desembocando en la desaparición del director deportivo Toni Otero, su sucesor Emilio de Dios ha durado todavía menos. No será aquí donde se ensalce la labor del asturiano esta temporada, con muchas más sombras que claros durante los dos mercados de fichajes de los que ha sido responsable. Otra cosa es entrar a valorar tan a la corta la actuación de alguien que se suponía que venía para poner orden a la larga. Es más el descrédito que supone un nuevo golpe de timón por parte de Tino Saqués en el rumbo de la nave de la que deja claro, día a día, que es propietario y que continúa forjando a golpe de cincel la fama de dirigente impulsivo que habla de un proyecto a años vista pero que es incapaz de concretarlo.

No se trata de echar de menos a este o a aquel. Nadie es insustituible. Es la incoherencia de comparar sus palabras con los rabiosos e inconfundibles hechos. Solo ha pasado una semana desde aquel desayuno con los medios en los que afirmó, largo y tendido, que el balance deportivo «era totalmente positivo» debido a que «se estaba dando buena imagen y se hacía buen fútbol» a la vez que la apuesta por fichar a gente joven «estaba dando sus frutos». Todo eso contrasta con ceses y dimisiones, que siempre suelen ser, curiosamente, de mutuo acuerdo. No puede ser que en un escaso año y medio hayan pasado por aquí tres entrenadores y dos directores deportivos en un equipo que va cumpliendo los objetivos fijados de antemano y en donde las cosas no van mal. Qué pasará cuando vengan de verdad mal dadas. Ese es el temor que muchos tenemos, visto lo visto.

La autocrítica y la exigencia realista son capitales en cualquier ámbito, más aún en el deporte de rendimiento, pero estas no deben confundirse con la incongruencia. Al menos que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda.