Un veterano profesional que lleva años tratando con delincuentes y con agresores sexuales, y que prefiere mantenerse en el anonimato, explica que el concepto social de que todos los violadores van a reincidir después de salir de la cárcel es falso. Asegura que la mayoría de los condenados por agresión sexual no reinciden; es decir, que son más los que cumplen la condena y no vuelven a cometer agresiones sexuales que aquellos que lo repiten. De hecho, aclara que en líneas generales, la mayoría de los presos que cumplen condena únicamente por agresión sexual no vuelve a la cárcel.
Sin embargo, cada vez que algún violador reincide, sobre todo estando de permiso o con la condena recién cumplida, la alarma social y el rechazo que se produce entre la población es muy fuerte. Y quizá por ello, explica este profesional, queda en la retina del colectivo social ese estigma sobre el violador, que parece que es un reincidente y que nunca se cura.
En las cárceles existe para ellos un programa de formación para la educación y la reinserción de agresores sexuales, y de hecho tienen que pasar por él todos los condenados por delitos sexuales que quieran gozar de beneficios o reducción de condena. En esos cursos se comprueba que entre los condenados por violencia sexual no existe un solo tipo de personalidad, sino que hay presos que cometieron una agresión sexual y pueden reeducarse, mientras otros tienen otras patologías más complejas en las que la violencia no es solo de tipo sexual y es difícil de reconducir.
Por ello quienes trabajan con estos presos aseguran que el temor social a su presencia es un problema para reinsertarlos. Además, las autoridades judiciales o penales viven con la tensión de tener que tomar esas decisiones, e incluso los propios condenados tienen la presión de salir a la calle, que no les permite vivir en paz y a veces rehacer su vida.