Déficit de información y la agradable sorpresa de no pagar

Enrique Gómez Souto
Enrique G. Souto LUGO/LA VOZ

LUGO

22 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre lo muchos déficits que tiene que superar el servicio de autobuses urbanos en Lugo está el de la información. Ayer quedó de nuevo de manifiesto. En el Día sin Coches, el servicio fue gratuito, como ocurre desde hace años en la capital. Pero el gobierno presidido por Lara Méndez, como los que le precedieron de Orozco, no acaba de entender que uno de los pilares fundamentales para el éxito de este servicio es la información al usuario. Ayer, una gran parte de los viajeros no tenían ni idea de la gratuidad. Lo descubrieron con la llegada del bus a las paradas, porque cada uno de ellos llevaba un cartelito pegado al parabrisas. Pocos lo sabían por haberlo leído unos minutos antes en la prensa.

A bordo de los buses, los conductores tenían que informar a gran parte de los usuarios, al entregarles los billetes, de que no tenían que pagar. A nadie le amarga un dulce, claro, pero hubo más de un comentario del tipo «pois podían avisar».

La gratuidad del billete no aumentó significativamente, al menos en apariencia, el número de usuarios. Bien pasada la mitad de la mañana, el periodista hizo un breve recorrido en el bus de A Campiña; entre Ángel López Pérez y el final de Montero Ríos había dos viajeros. Poco después, el bus de la línea Praza do Rei-O Ceao tenía unos 20 usuarios en el tramo comprendido entre la Ronda da Muralla (Sindicatos) y el número 131 de la Avenida da Coruña. En sentido contrario, tras unos pocos minutos de espera, en la citada avenida y frente al número indicado, el autobús de la línea Ramil-Acea de Olga lleva diez viajeros. En esa parada, unos minutos antes, una mujer que esperaba la llegada del bus, comentaba con amargura y crítica al gobierno lucense que no funcionen los paneles electrónicos, que deberían indicar cuánto tiempo tardará en llegar.

Lo mejor del servicio, la calidad de los nuevos buses; el cambio automático que usan limita los tirones incluso con los conductores más exigentes.