Veteranos bañistas defienden que la playa esté entre la pasarela y el Rato

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

a. lópez

Los lucenses José Luis Burgos y José Luis Gil dicen que es preciso reparar los caneiros

20 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Que non hai auga? Auga hai abondo, pero hai que amañar os caneiros». Lo dicen dos lucenses que saben lo suyo del Miño, de bañarse en él, de disfrutarlo cuando eran muy, muy pocos los que podían desplazarse a la costa. José Luis Burgos Abel, Zoco, y José Luis Gil Rodríguez pasaron muchas horas de su adolescencia en el río y a pie de río. A propuesta de La Voz contaron sus experiencias para avalar que la propuesta de crear la playa fluvial entre la pasarela sobre la N-VI en el Parque do Miño y la desembocadura del Rato es totalmente viable. La única condición es, en lo que al río se refiere, la reparación de los caneiros «de Carlos» y el siguiente.

Zoco y Gil explican que, en la ribera que da a la N-VI, la zona de baño era la que, más o menos, comprendía los prados de Carlos y de Eirexe. El de Carlos, el terreno al que así se refieren (y algo más) los dos informantes, es la parte que el portavoz del PP quiere que adquiera el Ayuntamiento para unir los parques del Miño y del Rato y habilitar la zona de baño. Entre la actual N-VI y el río se efectuaron grandes rellenos de tierra, que está a día de hoy cubierta de tanta maleza que parece una jungla.

Argumentos

Una de las objeciones que se han puesto a la propuesta popular es que en esa parte el río lleva poca agua. Burgos y Gil dicen que lleva más o menos el agua que llevó siempre, con las variaciones que impone la meteorología. La cuestión, señalan, es que cuando ellos eran chavales, los dos caneiros citados estaban en perfecto estado. Para dejar claro que es así, aseguran que en la parte próxima a la isla se lanzaban al agua desde

«as cepas das árbores»

; quieren decir que había agua suficiente para hacerlo.

Más adelante, donde el parque del Rato sigue al río que le da nombre casi hasta la desembocadura, a la altura del prado de Eirexe, hay un pozo que permitía, con el caudal que tenía el río cuando los caneiros estaban en buen estado, lanzarse de cabeza desde un árbol.

Guardar sitio

Aquellos días, cuando desplazarse hasta la costa no era una opción de ocio, el prado de Eirexe, señalan, se llenaba de gente hasta tal punto que había que acudir temprano para guardar sitio. Por allí había, dicen, un lavadero.

José Luis Burgos y José Luis Gil lo tiene claro. Y saben de qué hablan. «É o sitio ideal», opinan. Citan la seguridad que da la pasarela peatonal para cruzar la N-VI y la posibilidad de hacerlo, a pie también, bajo la citada carretera por el Parque do Rato, siguiendo lo que, en realidad, era el camino por el que, cuando ellos eran chavales, llegaban al Miño muchos de los bañistas.