Elecciones: entre la casa de los líos que es el PSOE y el cambio «interruptus» del PP

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

Las pugnas internas pueden condicionar sus resultados en la próxima cita con las urnas

01 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Viene a galope tendido la nueva campaña electoral y truena la fanfarria de los dos grandes partidos también en Lugo. Con el ruido -siempre causa de incomunicación- político que hacen, el PP y el PSOE buscan el voto amilanado del que teme a las fuerzas que les han roto el querido juguete del bipartidismo. Con el ruido intentan también ocultar al ciudadano/votante sus peleas de familia, los chirlos que van dejando en sus respectivas historias las pugnas por el poder, las prebendas, los momios y las sinecuras.

En el PSOE lucense, el oído del observador atento escucha la queja dolorida del viejo militante que un día soñó que su partido sería herramienta decisiva para traer la buena nueva del socialismo/socialdemocracia. Comprueban los viejos afiliados que por los salones del poder por dónde pasan los suyos no queda tanto socialismo, ¡ay¡, como queda clientelismo y un elenco de políticos chisgarabís que, tan ajenos a Indalecio Prieto, son apenas rotos lazarillos del capital. Y así se desangra el PSOE y va sin encontrarse de Besteiro a Santín, o, lo que es lo mismo, de Leiceaga a Méndez Romeu.

En el PP, cuando Barreiro le pasó la presidencia provincial a Candia, vencedora de Raquel Arias, Núñez Feijoo le hizo mimos a la vencida y cedió a los suyos las casillas vacías de la ejecutiva gallega del partido. Y Castiñeira pena ahora sus cuitas a la espera del día en que Rozas se haga con la presidencia de la junta local y pase lo que tenga que pasar.

Viene otra campaña electoral y, en los partidos del bipartidismo moribundo, brillan en Lugo las dagas buscando su destino.

En el PSOE, las elecciones primarias celebradas el pasado sábado nada han resuelto. La batalla que se libró ni ha terminado ni se limitó a decidir el candidato a la presidencia de la Xunta. Es un duelo orgánico; no acabará bien.

 La casa de la calle Salmón

En Lugo, Juan Carlos González Santín, diputado autonómico, exsecretario provincial del partido, exaspirante a la presidencia de la Diputación y exconcejal sufrió, en las filas de José Luis Méndez Romeu, un notable revolcón electoral en Lugo, en las mismas filas que defendió también el exalcaldeJosé López Orozco. El besteirismo enquistado en las instituciones se mostró más hábil en el manejo de las redes clientelares que en el gobierno de la Diputación y el Ayuntamiento. Allende Pedrafita, José Blanco, ese sí curtido en mil batallas políticas, debe asistir atónito a lo que ocurre en la provincia en la que tanto hizo por ponerla en el mapa del socialismo español.

En la Praza Maior, una veterana socialista, comenta, casi bajo secreto de confesión, sus penas al cronista, con el que ha compartido durante años, cada uno desde su trinchera, algunas incidencias de la vida política lucense. «Chisgarabís», dice de los líderes de su partido y a tal condición achaca la triste situación en la que se encuentra el PSOE de sus amores. Que es lo mismo que dicen otros veteranos socialistas: nivel ínfimo. Parece que no todos apuntan, tampoco hay por qué, a Lara Méndez y Darío Campos. Y así van las cosas; van con el besteirismo triunfante, pese a su renqueante condición, a la espera de que un resultado electoral menos malo de lo previsto mantenga a Pedro Sánchez al frente del partido; si es así, a José Ramón Gómez Besteiro aún le queda la esperanza del retorno a la primera fila de la política si las cosas no pintan del todo negro para él en el campo judicial. Y, mientras, Ricardo Varela, incombustible político, sigue, sigue, sigue y sigue en las listas electorales. Hasta que los votantes lucenses decidan que, gracias a él, ha llegado el momento de coger otra papeleta que no sea la del PSOE. Hay quien sospecha que puede ocurrir el próximo día 26.

 Cambio sin completar

Y en el PP, ¿qué pasa? En el PP, ganó la batalla provincial la mindoniense Elena Candia, alcaldesa joven, trabajadora impetuosa y correcaminos. Su rival en la carrera, Raquel Arias, silente guerrillera de la política curtida en las orillas del Sil, perdió, pero no se rindió. Y juega sus cartas bajo el paraguas de Núñez Feijoo, mientras hace, según dicen algunas malas lenguas, que ya no se acuerda de que Jaime Castiñeira formó en su equipo en la carrera provincial. Castiñeira va camino de tener que renunciar a la portavocía municipal a cambio de figurar otra vez en la lista al Parlamento de Galicia; la actual situación del grupo municipal popular es insostenible. Pero, ¿cuándo será el congreso local? Después de las elecciones generales; no hay fecha aún y hay quien teme que quede para después. ¿Para después de qué?, preguntan algunos. Y hay malandrines que responden: «Para después de después». Pero no tiene por qué ser así, ni Enrique Rozas tiene por qué esperar sine die para alcanzar la presidencia local de su partido. Más disciplinado que un gurkha, Rozas hizo de su casi impenetrable silencio de años garantía de estabilidad de su partido. Pero también en política vale el aviso acerca de la conveniencia de temer la ira del hombre pacífico. Que es aviso que vale también para los líderes socialistas ahora que llega otra cita con las urnas.