El senegalés hacía vida de noche porque durante el día estaba en la habitación y Tatiana le llevaba comida

lugo / la voz

LUGO

16 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ibrahima Ndiaye residía en una pensión lucense desde el pasado día ocho de marzo. Un hostal que frecuentaba Tatiana casi a diario y al que acudía casi siempre con grandes bolsas repletas de comida y de las que normalmente sobresalían barras de pan, explican quienes conocían a ambos en la pensión y veían esta situación con cierta frecuencia durante el mes marzo y los primeros días de abril.

Además, varios colegas dijeron que la joven era quien pagaba la estancia del senegalés desde que retornó a España porque él no tenía dinero y por tanto vívía en la pensión pagada por ella y comía gracias a la comida que le llevaba ella. Debido a la frecuencia con que la joven iba a la pensión a ver a Ibrahima y a estar con él, ya tenía llaves para entrar y salir con libertad y no timbrar al portero a altas horas de la madrugada, que era cuando solía visitarlo llevando comida.

Por su parte el senegalés hacía prácticamente vida nocturna. Durante el día permanecía en la pensión y a partir de las primeras horas de la madrugada era cuando salía, pero nadie sabe hasta ahora a donde iba. Aunque en teoría se dedicaba a la compra y venta de coches antes de marcharse a su país hace casi dos años, es evidente que en las pocas semanas que llevaba ahora en España, no se dedicaba a dicho negocio.

Cinco años de relación

Tras unos cinco años de relación, hace dos años, Tatiana decidió iniciar una nueva etapa en su vida: marcharse a Senegal. Se fue con Ibrahima y prácticamente a escondidas de su familia. Las pasadas Navidades, sus padres contaban con la joven para cenar el día de Nochebuena pero no apareció. Regresó dos meses después, concretamente en carnavales. Empezó a buscar trabajo y acabó encontrándolo en la cervecería Zodiac, en la plaza de Agro do Rolo. Entraba a las cuatro de la tarde y acababa pasada la una de la madrugada. Sus compañeros la veían llevarse hamburguesas o comida en bolsas que luego se supo que era para su novio senegalés que vivía en la pensión.

Una de las incógnitas sigue siendo qué hacía realmente Ibrahima de madrugada cuando supuestamente salía a pasear solo, según declaró.