El Sergas pagará 90.000 euros por la muerte en el parto de un bebé de 4 kilos

d.c. LUGO / LA VOZ

LUGO

Al extraer al recién nacido, vía vaginal, le rompieron un brazo, el cuello y la médula

04 feb 2016 . Actualizado a las 11:07 h.

El Sergas tendrá que pagar 90.000 euros a un pareja cuyo hijo murió en la UCI del HULA, horas después del parto complicado, -duró cerca de 24 horas- de una madre primeriza de 1,53 metros de estatura, que dio a luz un bebé de cuatro kilos, según una sentencia dictada por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. La indemnización es tres veces superior a la reconocida por el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Santiago. Los padres pusieron el caso en manos de la Asociación de Errores Médicos.

El bebé nació el 17 de agosto del año 2013 en el HULA con problemas cardiorrespiratorios, un brazo, el cuello y la médula rotos. La madre, de 21 años y de 1,53 metros de estatura, ingresó a las ocho de la mañana del día anterior, con contracciones. Estuvo de parto durante 22 horas, hasta que la ginecóloga optó por ayudarla con el uso de una ventosa obstétrica. El bebé se quedó encajado en el canal del parto, una vez que la cabeza se encontraba fuera y se produjo lo que se conoce como distocia de hombro, que obligó a realizar lo que en el argot ginecológico se denomina maniobras de McRoberts. Al nacer pesaba 4 kilos y medía 54 centímetros, sin embargo, en la ecografía que le realizaron a la madre cuando ingresó, calcularon que el peso fetal era de 3.550 gramos.

La autopsia reflejó que el bebé presentaba una hemorragia epidural medial cervical, rotura de discos intervertebrales y del húmero izquierdo, además de neumotórax derecho. Las fracturas, según reconoció el jefe de servicio de ginecología del HULA seguramente se debieron a las maniobras de extracción.

«La distocia de hombros -señala la sentencia- es una de las más graves circunstancias que se pueden producir en un parto, siendo imprevisible e inevitable en un parto natural, pero en este caso estamos en presencia de un parto instrumentalizado por lo que hemos de concluir que la tracción del feto por el canal terminó encajando sus hombros en la pelvis materna».

Una cesárea evitaría la muerte

El TSXG considera que en este caso en lugar de aplicar la ventosa, una cesárea, que pidió en repetidas ocasiones la paciente, hubiera evitado el fatídico desenlace.

Los fundamentos de derecho recogen que los ginecólogos aseguraron en el juicio que no practicaron la cesárea porque no estaba indicada para este caso, dado que el niño no estaba catalogado como macrosómico. Puntualiza que se aplica esta calificación a los bebés cuyo peso supera los 4.500 gramos en parturientas diabéticas y los 5.000 gramos en el resto.

Niño demasiado grande

Sin embargo, la sentencia recoge la tesis de uno de los peritos, que afirmó que se trataba de un niño con «macrosomía armónica o simétrica». Uno de los datos que ofreció, la estatura de la madre, a la que no aludió ninguno de los otros.

«La estatura de la madre, que es de 1,53 centímetros -señala la sentencia- dato que no se ofrece en ningún otro informe, lo que unido a la falta de descenso del bebé por el canal del parto, que se prolongó durante horas, debieron hacer dudar a las profesionales que asistían al parto en la posible existencia de una desproporción pélvico-cefálica que harían necesaria la realización de una cesárea para la extracción del bebé».