La mujer de un fallecido por no recibir un fármaco en el HULA valora denunciar

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

CEDIDA

La familia de Antonio Alcolado cree que murió víctima de los recortes

17 oct 2014 . Actualizado a las 05:06 h.

La familia de Antonio Alcolado Vanni, un paciente oncológico al que el Sergas le negó el tratamiento que le prescribieron dos oncólogos, está valorando la posibilidad de iniciar acciones legales. Alcolado falleció el pasado 9 de agosto, después de una lucha de cuatro meses, que continuaron sus hijos y su esposa cuando le empezaron a fallar las fuerzas. El medicamento que le hubiera permitido vivir un tiempo más -cuatro meses y medio es la media de supervivencia de quienes recibieron este tratamiento- y que suponía un coste de 5.000 euros, nunca llegó. No lo hizo pese a los informes favorables de los dos oncólogos que estudiaron su caso y del demoledor informe del comité de ética asistencial del Hospital Universitario de Compostela, que no es vinculante, pero que recomendaba que se le aplicara el tratamiento a la mayor brevedad posible.

La familia está segura de que Antonio Alcolado fue una víctima de los recortes sanitarios. «Si nos lo hubieran negado a la semana -explicó su hija Lucrecia- lo hubiéramos comprado, como fuera, pero no se dignaron a contestarnos siquiera». «Si esta noticia la hubiéramos tenido el 12 de marzo hubiéramos intentado algo». «No solo nos trataron mal -añadió indignada- sino que lo hicieron de una forma torticera para que no pudiéramos tomar otro camino».

«Sabemos que el mismo tratamiento se lo suministraron a una paciente en el CHUS, que estaba en el mismo estadío que mi padre. Era más joven», explicó.

La gerencia del HULA argumentó en el pasado mes de mayo, cuando Alcolado denunció públicamente su caso, que el tratamiento no era el indicado para la patología que sufría y rechazó que se tratara de una cuestión meramente económica.

«Cuando finalmente y después de un largo recorrido, perdimos la inocencia -aseguró su hija- y nos dimos cuenta de que no nos iban a dar el Regorafenib, intentamos comprarlo, por mediación de un oncólogo privado. Tampoco pudo ser. Nos dijo que no podía recetárselo porque tenía los parámetros de bilirrubina muy elevados. Fue la última cosa que pudimos hacer».

«Desde enero hasta agosto en que falleció -explicó Elvira Sánchez, su esposa- lo tuvieron sin medicación». «Fueron tan cobardes -apuntó- que no contestaron a los escritos de mi marido ni por escrito ni dando la cara». «Obligaron a la oncólogo a decirle -añadió- lo siento se lo han denegado y ahora no tengo nada para usted».

«Mi marido -añadió Elvira Sánchez- tenía la sensación de abandono y desamparo. Él no se quería morir, pero fue consciente en todo momento de lo que le iba a pasar. Nos decía: yo me muero y a mí no me atienden».

Según su viuda, Alcolado era una persona muy activa. Estaba preparando su tesis doctoral sobre la arquitectura del racionalismo en Lugo, pero no pudo acabarla ni defenderla.

«Así como el Sergas no se comportó -aseguró su hija- el personal sí lo hizo, salvo excepciones. Lo trataron con cercanía y cariño, sobre todo el doctor Barón, de Santiago, que vino incluso a verlo a Lugo». Lucrecia Alcolado está convencida de que si la sanidad pública funciona no es precisamente gracias a los gestores. «Queremos -dijo- que se sepa lo que pasó. Lo que intentó él y lo que hicimos nosotros. No hicimos más porque no se nos ocurrió qué. La justicia social debe prevalecer».