En los últimos seis años solo hubo dos operaciones policiales en clubes de Lugo

xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO

CEDIDA

De Lara dice que los agentes no pueden esperar a que las mujeres denuncien

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni policías ni guardias pueden estar sentados cómodamente en las oficinas de comisarías o cuarteles esperando a que alguien vaya a denunciar casos de trata de seres humanos. Esta reflexión fue efectuada por la jueza Pilar de Lara en el transcurso de la «III Jornada contra la Trata» celebrada el viernes. «Todavía seguimos esperando a que las mujeres vayan a denunciar a la comisaría, cuando ellas no tienen la conciencia de que son objeto de trata. No denuncian porque están en situación irregular en muchos casos y porque consideran a sus tratantes como salvavidas. La policía ha de salir a buscar el delito. Puede investigar a través de denuncias anónimas, de Oenegés, de centros de salud, de los psicólogos, de los abogados que atienden a las víctimas en turnos de oficio», indicó la jueza que instruyó la operación Carioca.

¿Y qué ocurrió en Lugo después de la Carioca? Pues que solo hay constancia de que en los últimos cuatro años de que se llevasen a cabo operaciones en dos burdeles. Una de ellas fue propiciada por la propia jueza y otra por la policía. Ambas acabaron sin los resultados esperados. No hubo, al menos que fuera comunicada a la opinión pública, otro tipo de operación relacionada con trata a pesar de que las ONG atendieron a 1.013 mujeres que posiblemente sean víctimas de esta situación.

La jueza De Lara es clara y tajante: «Existe compadreo entre poderes civiles y algunos policías y dueños de burdeles. La víctima es lo menos importante». La magistrada aprieta todavía más la tuerca que revela una falta de concienciación social, permisividad e hipocresía. «No logro entender que a un empresario que no cumpla el horario de cierre en su negocio le inspeccione la Policía Local, le imponga una multa y en caso de reincidencia le precinten el local. Sin embargo, en las rotondas hay un montón de chiringuitos con luces rojas, con la categoría de bar especial, que solo permite servir copas, pero resulta que hay habitaciones y que funcionan como hostal sin tener licencia. «Si no tienen licencia, ¿a qué esperan para cerrarlos? Ni los inspeccionan», expresó la jueza.