¿Cuándo vienen «Pipa» y «Lolita»?

Xosé Ramón Penoucos Blanco
x. r. penoucos SARRIA / LA VOZ

LUGO

CEDIDA

Los 19 usuarios tienen un gran cariño hacia los dos animales

12 ago 2014 . Actualizado a las 06:59 h.

El taller de apoyo a personas afectadas de alzheimer y sus familias que imparte la Cruz Roja de Sarria dispone desde hace medio año de dos colaboradores peludos y juguetones que se han ganado el cariño de sus 19 usuarios, son las perras Pipa y Linda, aunque a la segunda la rebautizaron con el nombre de Lolita. Las dos perritas, después de unos mínimos roces iniciales, hicieron muy buenas migas y son las encargadas de hacer un poco más felices tanto a los pacientes, como a los miembros del equipo facultativo.

Lolita es una yorkshire propiedad de una de las trabajadoras muy inquieta que se encarga de transmitir alegría y vitalidad a la par que cariño por raudales y Linda es de raza labrador y pertenece a la responsable de una clínica veterinaria de Sarria que colabora encantada en ese programa, es muy tranquila y transmite una inmensa paz a todos los que la rodean.

La terapia con estos animales ha revolucionado por completo el taller. «Son capaces de conseguir cosas y lograr avances que para los humanos es imposible. En la mayoría de los casos la respuesta de los usuarios es excelente», dicen los encargados del programa. Uno de los casos que más ha llamado la atención de los trabajadores, a la par que los ha emocionado es el de un hombre que toda la semana está siempre callado y sin participar en ninguna actividad y cuando llega el viernes -única sesión semanal en la que están los animales- habla continuamente con Lolita, él fue el encargado de rebautizarla, de la que alaba su belleza y a la que no cesa de dar caricias y abrazar

La mejor prueba del apego que los asistentes al taller tienen por los animales es que nunca se olvidad del nombre de las perras, mientras que difícilmente recuerdan el de las personas que se encargan de cuidarlos durante toda la semana. «Parece increíble, pero realmente es así», dicen los cuidadores.

Uno de los aspectos en los que más avanzan los usuarios es el de hacerse más sociales gracias a las dos perritas. «Consiguen socializarse mucho más, suponemos que se debe a que transmiten tranquilidad y que al acariciarlos alcanzan un grado de conexión con ellas que no pueden conseguir con los humanos», explican los responsables de la actividad.

La terapia que desarrollan todos los viernes durante 45 minutos en las modernas instalaciones de la sede de Cruz Roja consiste esencialmente en realizar un círculo y situar en el centro a los dos animales. Los participantes pueden tanto acariciarles como lanzarles objetos o jugar con ellas.

Los animales también han tomado un gran apego a usuarios y cuidadoras y por eso cada vez que la dueña de Pipa, Begoña, pasea con ella por delante de la oenegé es incapaz de evitar que la perra entre a saludar a sus numerosos amigos.

Por su parte, es muy raro el día que durante una actividad alguno de los participantes en el taller se resista a preguntar: «¿Cuándo vienen Pipa y Lolita?».