Santa María de Labrada ocultaba las obras de un genio en el interior de Lugo

Manuel Herrera LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

Las pinturas de la iglesia constituyen una de las maravillas ocultas de la provincia

29 ago 2012 . Actualizado a las 22:50 h.

Hasta los años 90, la pequeña iglesia de Santa María de Labrada, perteneciente al concello de Guitiriz, era, simplemente, un templo de escasa capacidad en el que los habitantes de la aldea, principalmente agricultores y ganaderos, acudían a escuchar los oficios en las distintas ceremonias y fiestas de guardar. Fue entonces cuando los lugareños advirtieron que la cal, aplicada a las paredes del templo en el brote de peste que se produjo en Lugo durante el siglo XVIII, mostraba evidentes signos de deterioro.

De este modo, los propios vecinos iniciaron los trabajos de retirada de la cal para pintar las paredes y reformar la iglesia por primera vez en más de dos siglos. Así se produjo el hallazgo. Una de las personas que se hallaba rascando la pared vio una especie de dibujo al fondo y decidió avisar al párroco.

El sacerdote alertó a los responsables de patrimonio y estos terminaron el trabajo de retirada de la cal. Los profesionales, estupefactos, descubrieron un mural que data del siglo XV, según el párroco de Santa María, Luis Ángel Rodríguez Patiño. Las obras decoraban todas las paredes de la iglesia, a excepción de las del altar, que fue añadido más tarde a la estructura. Repentinamente, el templo adquirió interés.

Las pinturas, halladas hace unos veinte años, tienen un estilo muy peculiar e introducen imágenes de Jesucristo, de la Virgen y de diferentes santos sin un orden aparente en las escenas. El grado de conservación de las obras varía, ya que algunas no sobrevivieron a la aplicación de la cal y otras tuvieron la mala suerte de toparse con el auge del pragmatismo en Labrada. «En esta pintura falta el jinete del caballo porque lo corta este ventanuco que construyeron encima», explica Horacio Iglesias, sacristán y guía esporádico del templo, señalando una de las obras chafadas.

También el origen y la fecha exacta de los frescos ha sido borrada por los efectos del mal trato recibido por la pintura. «En esa parte, pegada al arco que da acceso al altar, estaba escrito, parece ser, el año en el que se hicieron las obras, pero...», lamenta Iglesias sin rematar la frase.

No obstante, en casi todas se puede apreciar a la perfección la imagen que quiso representar este desconocido artista hace más de quinientos años. El pintor utilizó recursos poco habituales en frescos de este tipo y, por ello, el visitante se puede sorprender al observar a santos luchando contra dragones o a mujeres cocinadas en una olla en una curiosa y original representación del infierno.

A su vez, destaca una obra que representa a Santiago Matamoros, a lomos de su caballo, impertérrito en plena lucha contra dos de los llamados infieles, así como el bautismo de Jesucristo y otra curiosa imagen de San Juan, con un pequeño niño a hombros, dentro del agua.

Todas ellas son obras de arte prácticamente desconocidas. Quizá, lo recóndito del emplazamiento, situado a quince kilómetros al norte de Guitiriz, provocó que su hallazgo fuese infravalorado en su momento y prácticamente olvidado en la actualidad. «A veces vienen algunos periodistas y gente de bellas artes», apunta Horacio Iglesias, dueño del bar situado al pie de la iglesia y guardián de las llaves, «pero solo la abro cuando tienen el permiso del cura», advierte. Un ejemplo de que nadie fomenta la visita a unas pinturas ocultas en el interior de la provincia de Lugo.

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