La literatura lo cura todo

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa PERIFERIAS

FUGAS

12 may 2017 . Actualizado a las 05:55 h.

Entre las delicias ocultas en los ejemplares de La Voz de finales del siglo XIX sobresalen las breves crónicas de sucesos. Puras obras de arte, como aquella que contaba lo caro que pagó un guardagujas su costumbre de dormir la siesta sobre la vía del tren para escuchar cómo venía a lo lejos el ferrocarril. Entre los tesoros de aquel tiempo están también los anuncios. Mis favoritos son los de los elixires curalotodo. La emulsión de Scott, de aceite puro de hígado de bacalao, según la propaganda de 1888, curaba la tisis, la escrófula, la demacración, la debilidad general, el reumatismo, el raquitismo en los niños y, ya puestos, la tos y los resfriados.

Ya no se suministra esta maravillosa emulsión en las boticas, y el Sergas tampoco cubre con su receta electrónica aquel bálsamo de Fierabrás al que don Quijote atribuía la capacidad de volver a unir las dos partes de un cuerpo demediado en la batalla. Pero a falta de estas pócimas, siempre podemos acudir a la literatura, que por ahora es el único medicamento conocido capaz de curarlo casi todo.

Así lo proponen las biblioterapeutas Ella Berthoud y Susan Elderkin en su inteligente y muy divertido Manual de Remedios literarios (Siruela). La guía, subtitulada Cómo curarnos con libros, recorre algunas de las enfermedades y males más frecuentes de nuestro tiempo y asigna a cada diagnóstico unas lecturas recomendadas para sanar al paciente o, al menos, aliviar sus padecimientos.

Hay remedios literarios para la calvicie (La mosca de la muerte, de Patricia Cornwell); la alergia al polen (Veinte mil leguas de viaje submarino, Julio Verne); la eyaculación precoz (Pamela, de Samuel Richardson); el insomnio (El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa); la porcelana rota (Utz, de Bruce Chatwin); o el sonambulismo (Hermann Broch en vena).

Mi preferida es, sin duda, la fórmula para sobrevivir al lunes por la mañana. Hay que leer La señora Dalloway, de Virginia Woolf, y pasar junto a ella, minuto a minuto, un día de junio en el Londres que tanto amaba. Estamos a punto de bajar del bordillo para cruzar la calle. Está a punto de sonar el tañido del Big Ben. Y descubrimos que estamos vivos. Aunque sea lunes.

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«MANUAL DE REMEDIOS LITERARIOS»

AUTORAS E. BERTHOUD Y S. ELDERKIN EDITORIAL SIRUELA