«Nos falta reivindicar el derecho más básico de todos: la existencia»

Tamara Montero
TAMARA MONTERO SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

España no es una sociedad homófoba, pero sí tiene todavía actitudes homofóbicas, afirma el escritor y activista LGTBI

03 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Historiador de la literatura, ensayista, novelista y activista LGTBI. Ramón Martínez (Madrid, 1982) presentó ayer en la librería Couceiro su libro La cultura de la homofobia y cómo acabar con ella.

-¿Cómo acabar con ella?

-Ojalá pudiera saberlo. En el fondo, más que una idea firme son sugerencias y sobre todo un planteamiento de fondo de por qué caminos podemos tirar. Si tuviera una solución mágica, en vez de escribir un libro me habría puesto a trabajar corriendo para acabar con la homofobia.

-¿Cuál es ese camino?

-Suele decirse que la clave está en la educación, pero es un proyecto a largo plazo, para educar a una generación entera necesitamos 20 años, y hay que dar respuesta a los que hoy tienen un problema de violencia. Lo principal es que las personas LGTBI seamos conscientes de que tenemos derecho a andar libremente por la calle, a que no nos insulten ni nos agredan, y a que si en un momento pasa eso, haya una respuesta unánime por parte del movimiento y de las instituciones de condena y denuncia.

-¿Es la homofobia un problema del que ya no se habla?

-Estamos volviendo a hablar del tema. En los año 90 sí que hubo un montón de denuncias de agresiones y demás, pero el movimiento LGTBI empezó a reivindicar primero la ley de parejas y luego el matrimonio y es como si de alguna manera se hubiese esquinado el trabajo contra la violencia homófoba. Ahora ya tenemos matrimonio, ya tenemos una igualdad legal garantizada, pero sigue faltando esa igualdad real en las calles . Y el movimiento LGTBI va volviendo a esa esencia anterior de lucha contra la violencia.

-¿Las reivindicaciones ya no se dirigen a conseguir derechos?

-Todas las fuerzas que teníamos como movimiento social las destinamos a conseguir derechos concretos, como el matrimonio, la adopción y demás. Pero nos falta reivindicar el derecho más básico de todos: la propia existencia, que tengo derecho a ir por la calle con mi pareja como una heterosexual. Eso también cuesta trabajo porque hay mucha gente que no lo tolera y que responde en el mejor de los casos con insultos.

-¿Somos una sociedad homófoba?

-La sociedad española es una de las más avanzadas del mundo, o por lo menos así lo reflejan las encuestas. Comparados con otros países estamos maravillosamente bien, pero eso no quita que nuestra cultura tenga muchos retazos de homofobia enquistados que hay que seguir extirpando para conseguir una igualdad absoluta y real.

-Donald Trump se jacta de ser el primer presidente republicano en nombrar a la comunidad LGTBI en su toma de posesión.

-Es verdad que ha intentado hacer campaña LGTBI y muchos lo han votado y apoyado, que es lo que más me preocupa. Pero su vicepresidente, Mike Pence, dijo en un discurso que prefería que el dinero que se invertía en luchar contra el VIH se destinase a terapias de curación de la homosexualidad. Eso habla por sí solo.

-¿Preocupa un retroceso?

-Cuando conseguimos derechos pensamos que hemos hecho un logro irrenunciable, y no. En Francia tenemos a Le Pen demasiado cerca del poder y en España grupos ultra que pretenden ir por el mismo camino. No podemos bajar la guardia porque en cualquier momento nos daremos cuenta de que incluso el matrimonio puede volver atrás y desaparecer.