Guillermo Arriaga: «No me gusta que me llamen guionista, es peyorativo, me parece insultante»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

JAVIER SORIANO | AFP

El autor de «Amores perros», «Babel» o «21 gramos» presenta hoy en A Coruña su nueva novela, «El Salvaje»

02 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un cazador. La barba blanca, el mar en la mirada y casi 1.90 de altura le han servido para que el periodista David Marcial lo equiparara a un arponero del capitán Ahab oteando a Moby Dick. Ha firmado los textos de películas como Amores perros, 21 gramos, Babel o Los tres entierros de Melquiades Estrada. Pero Guillermo Federico Arriaga Jordán (Ciudad de México, 1958) rechaza que le llamen guionista: «La palabra guion me parece completamente peyorativa; decir que un escritor hace solamente una guía de la película me parece hasta insultante». De ello, y sobre todo de su última novela, El Salvaje (Alfaguara), hablará hoy, a las 18.30 horas, en centro cultural Ágora, de A Coruña. Será dentro del ciclo La creación literaria y sus autores: Encuentros con escritores y tendrá como interlocutores a Javier Pintor, coordinador de esta actividad, y al poeta Xavier Seoane.

-Si no es guionista, ¿qué es?

-Escritor. Es un escritor de cine o es un libro cinematográfico. Los americanos tienen una gran palabra, screenwriter: «escribir una obra para la pantalla». Poner que es un guion es insultante.

-Perdió el olfato físico con diez años tras una pelea, pero parece que mantiene el literario, ¿no?

-Y espero no perderlo en los próximos años, porque esto de perder el olfato regular lo he compensado con otras cosas. He tratado siempre de ser un narrador, de comprometerme mucho con la obra, de trabajar lo más posible en ella para que quien se acerque a un libro mío sepa que hay un trabajo riguroso, profesional, detrás. Ya que le guste no está en mis manos, pero sí está tratar de que sea hecho con el mayor rigor.

-¿Cuanto hay de Guillermo Arriaga en Juan Guillermo, el protagonista de «El Salvaje»?

-Hay mucho, pero no es una novela autobiográfica. Siempre he dicho que es más bien vivencial. Trato de usar experiencias que me han sucedido en mi vida o de las cuales he sido testigo como material literario.

-Delibes o Hemingway eran escritores que cazaban y usted dice que es un cazador que escribe...

-Eso se lo robé yo a Miguel Delibes. Y también era muy cazador William Faulkner. Creo que esto me permite un acercamiento más hondo a la naturaleza. Quien lea el libro encontrará un profundo amor, un gran respeto y admiración hacia los animales. Y hay una relación con los animales, no solamente como una mascota linda, sino que hay relaciones fuertes con los animales. Hay un perro-lobo llamado Colmillo y hay un lobo llamado Nujuaqtutuq en la novela que de alguna manera confrontan y enriquecen la vida de los seres humanos con los que se vinculan.

-¿Es más dura la selva urbana donde vive Juan Guillermo o la estepa donde caza Amaruq?

-Son dos lugares bastante duros. Amaruq tiene que meterse al fondo de las tundras más heladas, en los inviernos más cruentos de Canadá. Y Juan Guillermo vive en la Ciudad de México, en un barrio donde es bastante complicado, donde se puede vivir muy a gusto pero también hay lados oscuros.

-¿Con eso quiere mostrar la sociedad real y no la almibarada de fotos de perritos?

-Exacto. Creo que algo que está haciendo de manera terrible nuestra sociedad es quitarles su perredad a los perros, quitarles su animalidad. Los animales son animales y hay que respetarlos en su condición de lo que son y no tratar de convertirlos en pequeños seres humanos disfrazados. La novela lo que trata de hacer es rescatar toda la potencia y la intensidad del mundo animal y su relación con los seres humanos.

-¿Por qué le interesa tanto el tema de la muerte?

-¡No! A mí me interesa el tema de la vida [Risas]. Cuando tú hablas de la vida no puedes dejar de lado una realidad ineludible: todos morimos y todos vamos a sufrir pérdidas. Creo que vivimos en una sociedad que está obsesionada con reprimir la muerte, con negarla, con darle la espalda pero es un hecho que ninguno de nosotros va poder darle la espalda a la muerte, ¡ninguno! Entonces, ¿por qué la eludimos? ¿Por qué se ha convertido en un tema tabú? Creo que para poder hablar de la plena potencia de la vida necesitamos hablar también de la muerte.

-Tuvo una charla pública con Tarantino sobre la violencia. ¿Discrepan en el planteamiento?

-Quentin y yo somos amigos, lo respeto mucho, lo quiero mucho y discutíamos sobre la violencia. Para los norteamericanos es difícil escribir sobre la violencia de forma divertida porque ha tenido consecuencia en nuestras vidas. A Tarantino lo han atacado mucho por el uso de la violencia en sus películas. Dice que para él la violencia es como un juego, un videojuego, es como divertido pero absurdo. Yo lo entiendo. A alguna gente que ha sufrido la violencia no le parece chistoso, pero a mí sí me parece chistoso y le digo que lo siga haciendo.

-Usted habla de una violencia distinta, como la de su amigo al que abrieron en canal, que no tenía nada de juego.

-Sí, a un ranchero amigo mío, bastante humilde, para darle una lección a un grupo contrario de los narcos, lo abrieron en canal durante tres días y lo torturaron y el pobre hombre no tenía nada que ver con el narco, era simplemente una equivocación: se equivocaron de hombre, era lo más terrible del caso.

-Por cierto, con todo lo de Trump con México, ¿le da para hacer una película, escribir un libro o para nada?

-Para una comedia [risas] Yo creo que todos estamos sufriendo sobredosis de Trump. Hay que dejar de ponerle tanta atención, no puede controlar las vidas de todo el mundo. Estamos demasiado obsesionados con Trump, hay que dejarlo hacer sus cosas y ya el pueblo americano creo que tiene mecanismos para contrarrestar cualquiera de las cosas que pueda hacer este señor.