Los lúcidos modos de ver de John Berger

Mercedes Rozas

CULTURA

jacob berger Afp

El escritor británico buscó que el arte y la vida bregaran juntos desde el mundo de la belleza al del dolor o la injusticia

19 ene 2017 . Actualizado a las 08:18 h.

Durante el velatorio de su padre, John Berger hizo varios dibujos del cadáver cuando «su rostro ya no era más que un registro de la vida». Quiso dejar constancia de esa última imagen, y fue el dibujo el que le ayudó a levantar acta del trance. Este lúcido, importante e influyente pensador dedicó todo su esfuerzo, justamente a eso, a chequear momentos, unas veces dibujando y otras escribiendo, pero de cualquier modo, siempre con la clara intencionalidad de que el arte y la vida bregaran juntos desde el mundo de la belleza al del dolor o la injusticia.

Con un estilo cálido y sugerente, que invita a abrir la puerta de sus reflexiones, este activista interpretó el amor, el misterio o el deseo en la obra de Goya, Hals, Tiziano, Van Gogh... y creó crónicas intemporales al construir lazos aparentemente tan distantes entre la poesía de su admirado Leopardi y la bombilla del Guernica de Picasso o entre el pintor Francis Bacon y Walt Disney.

Cualquier análisis posee en él la categoría de un erudito de gran calado intelectual, además de moral y éticamente insobornable. Ideológicamente de izquierdas, trasladó su pensamiento a cada novela, poesía, ensayo, obra de teatro o guion de cine. Es difícil encontrar una discordancia entre el hombre y el escritor, porque sus ideas son manifiestas en sus creaciones, tanto es así que su relato provoca enfrentados «modos de ver», como en aquella escena de una pareja retratada por Gainsborough, en la que el crítico de arte Kenneth Clark veía una «obra encantadora pintada con amor y maestría», mientras Berger descubría la verdad de dos terratenientes con actitud de acomodados propietarios.

En sus referencias a los marginados no dudó en darle la palabra a King, un perro de la calle, siendo en otras ocasiones el propio Berger el que cuenta en primera persona, con atractivas piruetas metafóricas, la falta de libertad entre barrotes en un zoo; tampoco se contuvo a la hora de evidenciar la frivolidad en cualquier ámbito, también en el del arte contemporáneo, al denunciar «el espectáculo del sistema (…), ese juego en el que nadie juega y todos miran».

Sus dardos eran precisos, y ahora que John Berger se ha ido nos quedamos con una reflexión que dejó en una entrevista para La Voz de Galicia hace ya unos años: «Seguro que toda forma de arte empieza con la conciencia de la mortalidad».