«Las aldeas como Toro mueren poco a poco»

OURENSE

Santi M. Amil

Una escritora revive en un libro el declive de una pequeña aldea de Laza, donde nació, que tiene solo 50 vecinos

19 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De la pujanza de mitad del pasado siglo a la lenta agonía de la actualidad. El pasado del pueblo de Toro, en pleno Macizo Central, a más de mil metros de altura, es el centro de un sentido relato escrito por una de las hijas de esta pequeña aldea de Laza. Benita  Rodríguez Requejo echa la vista atrás para recordar la historia de un enclave con una iglesia construida en el siglo XVI que agoniza, como tantos pueblos ourensanos, entre la despoblación y el envejecimiento. Esta tarde a partir de las 19.45 horas «Toro, lembranzas dunha aldea» será presentado en el centro cívico de A Ponte. La historiadora y gestora de desarrollo local Ofelia Requejo Gómez acompañará a la autora en el acto.

-¿Por qué decidió escribir sobre este pueblo de montaña?

-Yo nací allí, en el año 1966. Me da mucha pena pensar que aldeas como Toro mueran poco a poco. Es una lástima que núcleos que tienen una larga historia detrás de sí vayan desapareciendo sin más. Por mi profesión como enfermera hice un trabajo sobre parteras en esa zona. De ahí, tras realizar un trabajo de campo, consultar documentación y hablar con la gente, tuve el suficiente material para editar un libro.

-¿Qué aspectos destaca en el texto?

-Toro tiene una gran tradición de antiguos oficios, además de los principales, que siempre han sido la agricultura y la ganadería. Mucha gente se dedicaba a otras labores como canteros, louseiros, ebanistas o carpinteros. Existía un gran espíritu comunitario en la aldea a mitad del siglo XX. Se  hacían trabajos comunitarios, había celebraciones muy sentidas como las fiestas del carnaval y era, en general, un pueblo con mucha vida y actividad.

-¿A cuándo se remonta el esplendor de la aldea?

-Toro llegó a contar hace unos 60 años con más de 400 vecinos. La construcción del ferrocarril con la Meseta creó muchos puestos de trabajo. Muchos empleados de esa red ferroviaria se  establecieron en el pueblo, ya que quedaba cerca de donde ellos laboraban. Con ellos, llegaron sus familias, muchas de ellas numerosas y eso desarrolló Toro. No obstante, la dura labor de esas personas también tuvo aspectos negativos, las consecuencias de la silicosis y los accidentes de trabajo se cobraron la vida de muchas personas del pueblo durante décadas.

-¿Cuál considera que fue el principal motivo del declive de Toro?

-Las pésimas comunicaciones que siempre tuvo el pueblo son una rémora muy grande. En el pasado lo eran más, ya que los viejos viales para bajar a Laza estaban en pésimo estado. Es un pueblo de montaña en el que es difícil acceder en invierno. Otro aspecto fue la progresiva emigración. Cada vez menos gente vive allí. En estos momentos hay poco más de medio centenar de vecinos, con una población muy envejecida.

-¿Tuvo Toro un valor patrimonial o arquitectónico trascendente?

-Sí. Una de las cuestiones que comento en el libro son los inicios de la construcción de la iglesia parroquial, hacia el siglo XVI. La utilización de la pizarra en las casas y otras edificaciones ha marcado la historia de la aldea.

-¿Cree que existe interés por recuperar la historia de estas aldeas que caen poco a poco en el olvido?

-Por parte de las autoridades o de otras entidades públicas creo que existen muy pocas ayudas para recordar esta historia. En mi caso tuve que editar por mi cuenta el libro, que tiene 228 páginas.