Camilleri, un joven de 91 años, y su viejo amigo Montalbano

H. J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El escritor, referente en la ética y en la novela negra, no para: en el 2016 se editaron cuatro libros en español; en breve, llegan dos más

06 ene 2017 . Actualizado a las 10:32 h.

Hace unas semanas cumplió 91 años, pero su mente sigue joven y lúcida. Es Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Agrigento, 1925), un novelista de raza aunque tardío, ya que no publicó su primera narración de ficción hasta superada la cincuentena. Durante cuatro decenios dedicado a labores de guionista y director de teatro y televisión, no tuvo prisa alguna en empezar, pero desde entonces no ha parado.

No se sabe de dónde saca el autor siciliano el tiempo para escribir, pero el año que acaba de terminar se editaron en castellano cuatro títulos (El caso Santamaría, Una voz en la noche, Mis momentos y Muerte en mar abierto y otros casos del joven Montalbano) en tres editoriales distintas (Salamandra, Destino y Duomo). Y ya se espera la llegada en breve de dos más. Más allá de la denuncia de los expertos que señalan que las traducciones españolas echan a perder la riqueza de matices de esa mezcla de italiano y dialecto siciliano que maneja, su obra ha alcanzado un éxito de notable consenso entre la crítica y el público. Una fama que ya sobrepasa a su gran creación, el comisario Salvo Montalbano con que Camilleri homenajeó en 1994 -lo hizo debutar cuarentón en La forma del agua y los dos han ido envejeciendo juntos- al autor de Pepe Carvalho, el hoy tan añorado Manuel Vázquez Montalbán.

Destino prevé lanzar a finales de febrero No me toques, una peculiar intriga que sigue la pesquisa del sagaz investigador policial Maurizi para encontrar a Laura, una joven experta en historia del arte que desaparece en extrañas circunstancias. Para abril, Salamandra anuncia la publicación de Un nido de víboras, que supone la trigésimo primera entrega del popularísimo comisario de Vigàta, quien al menos ya ha protagonizado dos aventuras más: una de ellas, Riccardino, podría cerrar el ciclo y llegaría a las librerías solo de forma póstuma.

Dejando a un lado el noir, el pasado mes de octubre publicó en su querido sello palermitano Sellerio un nuevo volumen de cuentos, La cappella di famiglia e altre storie di Vigàta. Y es que Camilleri se ha convertido en un referente que excede su papel principal en el ámbito de la novela negra mediterránea, proclive a los investigadores gastrónomos y un tanto sentimentales. El autor siciliano es una figura intelectual, un hito de la ética en Italia y en toda Europa que hereda en cierta medida el papel jugado por otro ilustre hijo de Agrigento: Leonardo Sciascia, nacido en la localidad vecina de Racalmuto. Camilleri no solo se erigió -con gran riesgo para su vida y la de los suyos- en gran señalador de los crímenes de la mafia y sus cómplices en la sociedad y la política, sino que trasladó sus hechos, como hizo Sciascia, a la narrativa de ficción, a veces sin abandonar la realidad. Del mismo modo, ambos trabajan con los materiales de la memoria. Un buen ejemplo de ello es Mis momentos, un tomo que reúne un hatillo de piezas que evocan hombres, mujeres, escritores y literatura vividos. Son pequeñas estampas en las que Camilleri demuestra cómo se puede hacer literatura con apenas una anécdota, con historias modestas, como el encuentro imposible con Tabucchi.