El niño rebelde y romántico del violín de juguete

ana moas RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

m. creo< / span>

El noiés se embarca en nuevos proyectos interpretativos que combinan música, poesía y danza

28 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Soñaba con un violín de plástico a los 4 años y acabó por ser un reconocido músico en Europa. Esta sería la forma fácil de resumir la historia de Gabriel Jiménez Olariaga, un alma rebelde que escapó de las imposiciones del concertista clásico para dar paso a composiciones plagadas de creatividad y pasión.

Las suaves melodías lo rodearon desde la cuna. De familia humilde y llena de antecedentes musicales, Olariaga encontró entre las líneas del pentagrama su vocación, que fue creciendo. «Era muy pequeño y, unos meses antes de Navidad, aparecieron en un escaparate un coche teledirigido y un pequeño violín de plástico. Me paraba en ese escaparate cada vez que pasaba y no sabía qué me gustaba más. El día de Reyes me regalaron los dos. El coche se rompió y el violín seguramente también, pero después de ese vino otro», cuenta el noiés. No tardó en decidirse y después de ponerle este pequeño violín en sus pequeñas manos, propias de un niño de 4 años, empezó a hacer sonar las cuerdas de nailon.

El sueño europeo

Un niño prodigio, de talento innato y natural al que quisieron dar los mejores estudios musicales: «Empecé a recibir clases de violín en Noia y cuando tenía 6 años nos trasladamos a Madrid. Mis padres siempre se movieron con la intención de darme buenos estudios», explica Olariaga. Allí recorrió de un lado a otro, de casa en casa y de familia en familia, con su violín a cuestas y con un chocolate con churros como recompensa.

De la capital se trasladaron a Suiza y aprendió a comprender la música de otra forma: «Es algo muy preciado y muy valorado, y también se vive de otra manera», dice el barbanzano.

Pasaron los años y poco a poco el joven se fue consolidando como una de las promesas violinísticas del momento, tras presentarse a un concurso de ejecución musical muy prestigioso, con tan solo 17 años: «No gané pero me dieron un premio especial, algo que impulsó mi carrera. En cuanto te salías lo más mínimo del carril de lo clásico estabas condenado», cuenta el violinista. Pronto inició una gira que lo catapultó al reconocimiento europeo, viajando de un país a otro. «Yo no valgo para estar con mucha gente, no servía para la orquesta, así que me convertí en solista, conocido como el españolito y era apreciada mi manera de tocar, la manera en la que interpretaba. Venía del sur y era enérgico», afirma entre risas Gabriel. Las capitales de Europa central y del norte fueron sus paradas.

Pero aquel joven siempre fue rebelde sin causa y romántico sin precedencias, por lo que acabó por rechazar las imposiciones y el elitismo de la música clásica para componer sus propias obras y dar cabida a un sonido vivo, emotivo y diferente.

«Volvimos a España, concretamente a Alicante y durante un tiempo decidí dar prioridad a otras carreras y la música se convirtió en algo complementario». Y, sin embargo, no tardó en darse cuenta de que la necesitaba, que era la prolongación de su alma y que las otras cosas que había estudiado solo le sirven «para entenderla, pero la herramienta que me permite expresar lo que siento es el violín».

Notas futuras

Hace unos nueve años, Gabriel Jiménez retomó lo que había sido, es y será su pasión, para continuar escapando de lo ordinario, para dar un vuelco a la música y para sorprender a sus oyentes: «Lo que más me satisface es llegar a la gente, a su interior», declara el noiés.

Sus especiales armonías, cargadas de notas románticas y en las que la improvisación y la expresividad juegan los papeles protagonistas, son creadas para acompañar los movimientos de una bailarina o la dulce voz de una poetisa. Es el caso de Donde nacen las mariposas, una obra teatral y musical que narra la historia de un amor imposible y que recoge las bonitas palabras de Cristina Granja y las composiciones de Olariaga. Una combinación explosiva que permanecerá en los escenarios indefinidamente.

Asimismo, el experimentado violinista abrirá la puerta a nuevos proyectos, próximamente. «Seguramente pondremos en marcha una nueva representación que conjugue poesía, danza y música en un todo, y en la que la interpretación sea un elemento fundamental».