Richard Ford: «Me interesa lo particular; nunca parto de lo grande para llegar a lo pequeño»

J. C. GEA OVIEDO / LA VOZ

CULTURA

Atlas

El novelista de Misisipi prevé viajar Oviedo en octubre para recoger su galardón; «si estoy vivo, claro», ríe feliz

16 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La voz de Richard Ford (Jacksonville, Misisipi, 1944) suena como la de un hombre totalmente radiante. Tiene 72 años, pero sus carcajadas, constantes, retumban al otro lado del teléfono como las del autor que en 1986 se dio a conocer internacionalmente con El periodista deportivo. Incluso parecen más juveniles. Está claro que al escritor estadounidense le ha sentado de maravilla levantarse temprano en su casa de Nueva Orleans con la noticia de su premio Princesa de Asturias de las Letras 2016. Incluso con los amagos de boicot del satélite, se presta a mantener una breve conversación una mañana «realmente extraordinaria».

-¿Qué tal sienta abrir el día con una noticia así?

-Sabía que el premio existía este, pero no podía imaginarme ganándolo. Ganar un premio produce mucha felicidad, pero es algo completamente excepcional. No suelo pensar en esas cosas, la verdad, así que estar viviendo una mañana como esta es para mí algo realmente extraordinario. Es muy estimulante, me hace sentir como si de verdad tuviese sentido aquello a lo que he dedicado los últimos cuarenta años de mi vida, como alguien que ha conseguido hacer bien su trabajo, cruzar fronteras, existir en idiomas distintos y mostrar a la gente cosas en las que nos parecemos, y otras en las que no. Así que me resulta muy estimulante.

-¿Contamos con usted para la gala, el próximo octubre?

-Allí estaré. Si estoy vivo, claro [ríe].

-Así se lo deseamos. El jurado lo elogia como un «escritor profundamente contemporáneo». ¿Qué se supone que escribe hoy un «escritor profundamente contemporáneo»?

-Es una buena pregunta. Pero solo tengo una respuesta sencilla para eso: cada escritor particular se preocupa de lo que elige en particular. Somos libres de sentirnos preocupados por aquello que decidimos que nos preocupe. Cada uno escribe sobre lo que desea escribir, en resumen. En mi caso, estoy interesado en escribir libros que cuenten a la gente qué cosas causan otras cosas: qué causa la desesperación, qué causa el miedo, qué causa la felicidad o el amor, y cuáles son las consecuencias de que esas cosas sucedan. Si amas a alguien, por ejemplo, cuáles son las consecuencias de que lo ames. Estoy interesado en eso, pero creo que en el fondo no lo sé [ríe].

-Y en el caso concreto de un escritor estadounidense en este momento de la historia de su país, ¿hay algo que le concierna especialmente?

-La verdad, interesarme por la historia, por el momento histórico concreto, no es mi línea de trabajo. Es el trabajo de algún otro. Quiero decir que estoy absolutamente concentrado en lo particular. Creo que la vida se vive con intensidad y claridad en el detalle particular y en las circunstancias particulares. En todo caso, las presiones de la historia o de la sociedad sobre las personas son mucho mayores de lo que puedo llegar a abarcar con mi escritura y mi visión. Yo me limito a preguntarme por esas cosas que le he dicho, cosas como por qué la gente ama a otra gente. Y procuro hacer que eso sea algo que pueda interesar a mis lectores, que los ilumine. Quizá también sean experiencias que irradian desde lo pequeño hacia lo grande, porque yo nunca parto de lo grande para llegar a lo pequeño.

-¿Eso «particular» o «pequeño» es sobre lo que está escribiendo ahora?, ¿sobre qué trabaja?

-Mi padre y mis recuerdos sobre él. Estoy terminando unas memorias sobre mi padre. Hace veinte años escribí unas memorias sobre mi madre, y ahora van a ser publicadas conjuntamente en España.

-Desde 1986, y cada diez años, más o menos, el personaje de Frank Bascombe reaparece en su vida y en la de sus lectores. ¿Podemos esperar otra visita de Bascombe?

-Bueno, veamos. Tengo 72 años. Eso es algo que no hay que perder de vista. Y la verdad es que tengo un libro que escribir. Lo único que tengo que hacer es estar vivo para escribirlo. Supongo que esta es una buena razón para seguir vivo [ríe].