Tierra de hierro, minas y lobos

carlos rueda / carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Carlos Rueda

La ruta do Ferro do Incio ya está de nuevo accesible, y además homologada para el montañismo

01 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ruta do Ferro de O Incio vuelve a estar en condiciones de ser visitada, gracias a unas subvenciones procedentes de los fondos Leader, que permitieron limpiar y señalizar nuevamente esta conocida e interesante ruta. Además, el Ayuntamiento de O Incio tomó la decisión de homologarla a través de la Federación Galega de Montañismo con la denominación PR-G 225. Este itinerario de algo menos de seis kilómetros de longitud, sigue siendo uno de los más interesantes del municipio y una ventana al pasado de las actividades mineras en esta zona.

No se sabe con certeza cuando se realizaron las primeras extracciones de hierro en estas minas, aunque durante los años 1957 y 1963 una empresa de capital alemán realizó una serie de prospecciones con intención de buscar la veta de hierro y determinar su calidad, anchura y profundidad. Dicha empresa también explotó las minas de Freixo, en Monforte, y más tarde realizó prospecciones en las de A Veneira de Roques, en A Pobra do Brollón.

La única mina de la Ruta do Ferro en la que se llevaron a cabo prospecciones fue la de A Fonte Barrosa, en ella trabajaban seis personas durante las veinticuatro horas, dos por cada turno. Uno de estos obreros era Manuel Armesto, vecino de A Ferrería. «Cuando empezamos los trabajos -recuerda Manolo-, la mina ya estaba excavada unos treinta metros pero no habían conseguido llegar hasta el filón de hierro».

Seis años de excavación

Durante seis años de obras, llegaron a abrir hasta ocho galerías o ramales, que tendrían una longitud superior a los 600 metros. También fue necesario abrir un respiradero para poder ventilar el interior de la mina. «Era muy angosto y había que deslizarse por él en cuclillas», recuerda este antiguo trabajador.

Todo el mineral de hierro se quitaba al exterior mediante dos vagonetas que se deslizaban sobre dos raíles, luego se arroja a la altura de la boca de la mina y monte abajo. Solo una mínima parte, era trasladado a un laboratorio de Santiago para ser analizado.

El inicio de la ruta está a la altura del kilómetro tres de la carretera que comunica San Pedro con Monteagudo, por una pista de tierra que arranca a la izquierda de este vial. La primera parada se encuentra a 350 metros de distancia y a mano izquierda. Se trata de un roquedal conocido por Pena do Chao, en el que están grabados varios petroglifos tipo cazoletas o coviñas y se habilitó un mirador. Desde este lugar se pueden disfrutar de unas espectaculares panorámicas del Val do Incio y de varias aldeas de la zona.

La ruta prosigue y al cabo de 200 metros nos encontramos a la derecha con la primera explotación minera, conocida por mina de Avión. Unos 400 metros más adelante está la mina de A Tinta y otras cuatros explotaciones más en sus inmediaciones. En este punto y a la izquierda arranca un camino señalizado que lleva a la mina de A Fonte Barrosa, distante 50 metros.

El recorrido sigue por la pista de tierra, durante unos 700 metros, hasta llegar a la mina de Couso a la que se accede por un sendero a la derecha que asciende hasta la boca de la explotación.

A poca distancia de la mina y a la izquierda está el área recreativa y la fuente de Couso, también conocida como fuente de San Miguel, de apreciadas aguas ferruginosas y a las que acudían gentes de la zona. Cincuenta metros más adelante y a la altura del arroyo de Couso, sale un sendero a mano derecha que da acceso al Foxo de Lobos de Monteagudo y a su mirador, situado en la parte alta de esta singular construcción, de gran interés etnográfico, distante 400 metros.

La trampa acaba en un pozo

El Foxo de Lobos de Monteagudo era una antigua trampa utilizada para regular las poblaciones de esta especie, cuando representaba una amenaza para el pastoreo. Por su tipología es de los llamados foxos de paredes convergentes, dos largos muros de unos 200 metros de longitud discurren monte abajo hasta confluir en un pozo artificial. El fondo de este pozo estaba cubierto por lajas de pizarra clavadas verticalmente en el suelo con la función de producir el mayor daño posible a los lobos que caían en este foxo.

La estructura de este foxo se conserva de forma parcial y se encuentra a unos 250 metros de distancia. Luego el sendero continúa ascendiendo paralelo a uno de losmuros de esta construcción, durante 150 metros más, finalizando en las proximidades del mirador.

Una vez visitado el foxo de lobos, hay que regresar al camino principal y seguir unos 300 metros hasta llegar a la mina de Bouzallo de San Miguel. Un sendero a la derecha da acceso a esta antigua explotación, distante 20 metros.

El siguiente lugar de interés se encuentra a 1,2 kilómetros de distancia, continuando por la pista de tierra, y es la conocida Pena de San Mamede. Una vez a su altura, existen varias señalizaciones. Parte un sendero a la izquierda que lleva hasta este roquedal distante 150 metros.

Sobre este promontorio rocoso se acondicionó un mirador y una zona de descanso que permiten disfrutar de una bella panorámica del Val do Incio. Este lugar también es conocido por Pena Escrita y su nombre se debe a que en el mismo mirador tiene un conjunto de grabados rupestres o petroglifos realizado sobre dos grandes rocas de pizarra. En total son diez cazoletas o coviñas y dos grabados en forma de herradura. Según la tradición local, son las marcas de las herraduras que dejó el caballo de San Mamede y que de un salto fue a parar a la Pena do Coruxo, en Trascastro y en orilla opuesta del río Cabe.

Llama la atención la cantidad de piedra diseminada al lado del mirador, donde se aprecian tres pequeñas construcciones, posiblemente refugios de pastores o restos de algún asentamiento castreño. Por debajo de la Pena de San Mamede se pueden ver rastros de explotaciones mineras que rodean toda la loma del monte.

El recorrido sigue hasta el kilómetro cinco de la ruta. En este punto y a la izquierda hay otro roquedal también conocido por Pena Escrita. Aquí se aprecian, aunque muy erosionados, un conjunto de ocho petroglifos tipo coviñas, dos incisiones en forma de herradura y una figura antropomorfa apenas visible.

A partir de aquí solo restan 400 metros para llegar al final de la ruta, en la fuente del Balneario, famoso manantial cuyas aguas ferruginoso-arsenicales fueron declaradas de utilidad pública el 15 de enero de 1884 e indicadas para tratar anemias y problemas gástricos, entre otras enfermedades.