Voluntarios sin vacaciones en verano

MIRIAM SALGADO / L.DÍAZ MONFORTE/ LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

Algunos no sabrán qué es tener depresión postvacacional cuando se vacíen las playas

22 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Que los trabajadores se preocupen durante todo el año de sus salarios es algo que no se sale de lo ordinario, como tampoco puede resultar sorprendente que en esta época estén pensando en sus vaciones. Sin embargo, para algunos ni el sueldo ni los días libres son lo prioritario. Este es el caso de los voluntarios que no rinden cuentas ni al calendario laboral ni a los beneficios económicos. «Como dice la canción, se te ensancha el alma», señala Fátima Rodríguez, voluntaria en el campamento Siéntete en Monforte.

Este campamento nace en torno al centro infantil Aula 10 y cuenta con once plazas gratuitas para niños con necesidades especiales. Cada uno de ellos tiene un monitor ocupándose de él. «No hay dinero, pero sí pequeñas aportaciones de Caixa Bank y otras donaciones que nos sirven para cubrir el desplazamiento de los niños», aclara Emmanuel Castro, uno de los monitores del grupo.

Patricia López Parada y Andrea López Rodríguez, también monitoras de Siéntete, explican que este trabajo es su vocación. «Es más importante la satisfacción personal de trabajar con niños con diversidad funcional que el dinero que puedas ganar», apunta Patricia López.

Leticia Gónzalez Valcárcel también es voluntaria, pero ella, a diferencia de los anteriores, emplea su tiempo libre en trabajar con la Cruz Roja, organismo con el que colabora desde 2013 y por el que ha sido premiada este año. «Con el voluntariado he aprendido a valorar realmente lo que cada uno tiene, la solidaridad y que, en general, la gente es muy agradecida», señala.

En los festivales

Los que tampoco saben que son las vacaciones de verano son los miembros que colaboran para sacar adelante la asociación O Castañazo de Chantada. Ibán Gómez cuenta que durante todo el año trabajan doce o trece personas que se encargan de debatir temas sobre la organización del festival y que durante los meses de verano se ocupan de promocionar y ultimar los detalles del festival. Sin embargo, pasan a ser apróximadamente cincuenta voluntarios cuando llega la fecha del espectáculo.

«Quixemos recuperar este festival aínda que teña escasa solvencia e a veces haxa algunhas trabas por parte do Concello», dice. Sin embargo, para Ibán Gómez merece la pena hacerle frente al trabajo y al estrés que conlleva intentar organizar un festival con unas dimensiones como estas. El año pasado congregó a más de 4.000 personas. Además, subraya que no tienen prácticamente apoyo institucional y que ni las fechas -noviembre- ni el lugar -Chantada- ayudan a reunir tanta gente.

También piensan lo mismo sus homónimos de Monforte Náufragos do Paradiso. «Aínda que non nos consideramos voluntarios, somos socios da asociación sen ánimo de lucro. A nosa principal tarefa é organizar o festival de setembro, conseguir fondos e ocuparnos da loxística». Para Náufragos do Paradiso la idea de que los ayuntamientos vecinos de Monforte organizasen actividades de interés cultural, aún siendo más pequeños, fue motivo suficiente para dar vida a su idea. «É un traballo difícil, pero cando ves que da resultados é moi satisfactorio», detallan.

Otro que tampoco tiene vacaciones es César Martínez, responsable del grupo de voluntarios de protección civil de Monforte. Martínez explica que este grupo existe desde hace años y que la Academia Galega de Seguridade ofrece formación a todos sus integrantes: «El 112 nos informa de los incidentes que ocurren en Monforte y en los que nosotros podemos colaborar. Cuando el servicio de bomberos del Ayuntamiento era precario porque el parque no estaba comarcalizado, nuestro trabajo en incendios era muy frecuente».

Diversas funciones

Estos voluntarios se encargan de realizar diversas funciones. Actualmente, hay cuatro bomberos, dos policías nacionales y un guardia civil. Además de prestar un servicio, este voluntariado sirve de trampolín para aquellas personas que quieran dedicarse en el futuro a estos trabajos. Martínez recuerda un caso en el que él y su pareja, también voluntaria, llegaron a un incendio en el que el propietario del domicilio resultó gravemente herido y acabó falleciendo a causa de las quemaduras. Su pareja se encargó de atender al herido mientras no llegaba el personal sanitario. «Siempre hay quien lo aprecia, aunque no esperas que te lo vayan a agradecer. Creo que todo el mundo debería saber reaccionar ante situaciones así, aunque sea simplemente llamando al número de urgencias», destaca.

Una parte del voluntariado que trabaja en Cáritas tampoco entiende de descansos veraniegos o remuneraciones. Clarisa Mira colabora con Cáritas en atención familiar un día a la semana por diferentes parroquias: «Estuve en el ropero en tres parroquias, pero ahora tuve que dejarlo por motivos de salud».

Mira se hizo voluntaria después de jubilarse. «Un día no teníamos dinero ni alimentos que ofrecer y la sala donde repartíamos estaba llena de personas, así que les dije que no podía darles nada, pero que los escucharía de todos modos. Para mi sorpresa, se quedaron casi todos. Hay gente que además de necesidades físicas o económicas necesita cariño», rememora Mira.

Organizan festivales, ayudan en incendios, reparten comida o acogen a animales

En Amarcán siguen ayudando a los animales, pese a no disponer de infraestructuras

El voluntariado tampoco se toma vacaciones cuando se trata de animales. En Amarcán, pese a no tener instalaciones, todos son voluntarios. «La asociación recibe donaciones de particulares que nos ayudan a cubrir gastos y además hay una clínica veterinaria en Escairón que también nos echa una mano». Lorena González, presidenta de la asocición, indica que además de la acogida se ocupan de dar difusión a casos de animales perdidos o encontrados, revisar las condiciones de animales por denuncias, concienciar a los dueños irresponsables y reunirse con políticos y asociaciones para tratar de mejorar la situación de estos animales, que sobre todo son gatos y perros.

«Para recoger animales dependemos por completo de las acogidas, esto hace que solo podamos hacernos cargo de los casos más urgentes. Es decir, tenemos que hacer una especie de criba», se lamenta.

La presidenta de Amarcán decidió ser voluntaria por varios motivos: «Consideraba que no podía mirar hacia otro lado ante la cantidad de casos diarios con los que me encontraba y sobre todo ante la pasividad e incluso incompetencia de las autoridades en esta zona». Ahora continua siendo voluntaria porque considera que la administración no hace su trabajo, así que les toca a los ciudadanos de a pie sacar tiempo y dinero para hacerlo por ella.

Lo comido por lo servido no termina de casar al tratarse de voluntarios, al menos no es así en el plano económico. Tampoco parece importarles que muchos estén aliviándose deel calor en una playa mientras ellos siguen con sus labores, y es que cuando el esfuerzo se paga con satisfacción, el trabajo se vuelve una tarea mucho más soportable.