En los orígenes del Colegio del Cardenal

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

No disponible

La edición de una pieza teatral de 1594 aporta nuevos datos sobre la época de la construcción del histórico edificio

20 may 2017 . Actualizado a las 22:06 h.

La aprobación en el Parlamento gallego de una iniciativa que pide la declaración del Colegio del Cardenal como bien de interés cultural coincide con la recuperación de un singular documento relacionado directamente con la fundación del histórico edificio. El pasado día 12 se presentó en Monforte la edición crítica de la Comedia de la invención de la sortija, una obra teatral representada durante una estancia en la ciudad del cardenal Rodrigo de Castro que tuvo por fin supervisar las obras del colegio creado por iniciativa suya. Un amplio estudio que acompaña esta publicación -a cargo de los filólogos Antonio Cortijo y Miguel Zugasti- expone las circunstancias en que se llevó a cabo esta visita, la última que hizo a Galicia el célebre personaje.

La visita se extendió desde mediados de julio hasta principios de noviembre de 1594, con el intermedio de un viaje que hizo el cardenal a Santiago en agosto. La construcción del colegio había empezado en abril del año anterior y por entonces se limitaba prácticamente a los cimientos del edificio. Según testimonios de la época, buena parte del espacio en el que debía levantarse el colegio estaba plantado de viñas, por lo que hubo que arrancar las cepas para iniciar los trabajos. El terreno había sido comprado previamente al precio de 1.200 ducados por el sexto conde de Lemos, Fernando Ruiz de Castro, sobrino del cardenal.

Aunque la construcción estaba todavía en una fase temprana, el colegio como institución ya llevaba algún tiempo en funcionamiento. Los jesuitas que lo regentaban se habían instalado en 1593 en una casa de las afueras -su ubicación exacta se desconoce, pero es posible que se encontrase también en la explanada de la Compañía- que fue comprada por el cardenal. En ella se impartía la enseñanza que, conforme a los deseos del fundador, era totalmente gratuita. En una escritura de dotación firmada por Rodrigo de Castro se indicaba que el colegio monfortino tenía que enseñar a leer y escribir y también ofrecer clases de «gramática, retórica y artes» a niños y adultos «sin les pedir ni llevar por ello intereses ni cosa alguna». Otros documentos históricos indican que en 1595 el colegio tenía unos cuatrocientos estudiantes «de latinidad» y enseñaba a leer y escribir a unos trescientos niños.

Alojado en el convento

Durante su estancia en Monforte -o al menos durante una parte de ella-, el cardenal estuvo alojado en el convento de San Antonio, que existió hasta el siglo XIX en el lugar que hoy ocupa la casa consistorial. Se supone que a lo largo de ese tiempo visitó con frecuencia los terrenos donde se construía el colegio y departió con los arquitectos y maestros de obras que dirigían los trabajos. Tras estos meses de residencia en Monforte, Rodrigo de Castro se dirigió a Madrid y de allí a Sevilla, donde ejercía como arzobispo desde 1581. En esta ciudad andaluza murió en 1600. Las obras del colegio que fundó continuaron hasta 1622.

Una obra escolar para agradecer la fundación

La Comedia de la invención de la sortija es una pieza de circunstancias en la que se exalta al prelado y se le agradece la fundación del colegio. Fue representada por alumnos de esta institución y escrita probablemente por uno de sus maestros de letras, que dominaba el castellano, el gallego y el latín, las tres lenguas que se utilizan en el texto. La obra se encuadra en la tradición del teatro escolar que caracterizaba a los centros educativos de la Compañía de Jesús.

No se conoce con certeza la fecha en la que se escenificó la pieza, pero Antonio Cortijo y Miguel Zugasti apuntan que pudo ser poco antes de que Rodrigo de Castro abandonase Monforte, el 8 de noviembre de 1594. Tampoco se sabe en qué lugar se ofreció la representación, a la que asistieron el propio cardenal y los condes de Lemos, que son mencionados repetidas veces en la obra. Los investigadores dicen que pudo ser en el palacio condal o en el convento de San Antonio. Pero añaden que también es posible que la función se desarrollase en la explanada situada ante el nuevo colegio, donde sería fácil montar un tablado provisional para acoger el montaje escénico que requeriría el texto.

La obra se divide en dos partes y se complementa con varios entremeses o escenas cómicas, una de ellas hablada en gallego. Dada su extensión, la puesta en escena ocuparía dos jornadas sucesivas.