Un mina romana hallada en un Courel todavía muy aislado

Francisco Albo
francisco albo QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

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El yacimiento de A Toca fue descubierto hace cuarenta años entre importantes dificultades

03 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El patrimonio arqueológico de la sierra de O Courel, aunque todavía está muy poco investigado, es hoy ampliamente conocido y forma parte de los atractivos turísticos del territorio. Eso era algo que estaba aún muy lejos de suceder hace cuarenta años. Fue en 1977 cuando se anunció el hallazgo de la mina aurífera de A Toca, actualmente considerada como uno de los grandes monumentos de la minería romana del sur lucense.

La primera noticia del hallazgo publicada en La Voz apareció a finales de julio de ese año. La mina no era mencionada aún por su nombre. El hallazgo fue realizado por un equipo dirigido por el prestigioso arqueólogo jiennense José María Luzón Nogué, que durante unos años -entre 1975 y 1979- fue profesor agregado de la Universidade de Santiago. La información explicaba que los resultados científicos del descubrimiento se darían a conocer en un congreso arqueológico de ámbito nacional que debía celebrarse en Lugo a finales de septiembre de ese año.

Dos campañas

El hallazgo fue realizado en la primera de las dos campañas arqueológicas -la segunda fue en 1979- que fueron coordinadas en esa época en la sierra por Luzón Nogué y por Francisco Javier Sánchez-Palencia. Los resultados de las dos campañas se expusieron en un libro publicado en 1980 por el Ministerio de Cultura. Apareció en una colección sobre investigaciones arqueológicas bajo el título de El Caurel.Los autores del estudio señalaron que los trabajos de campo se habían realizado en medio de importantes dificultades debido al fuerte aislamiento que aún padecía por entonces la sierra. La única carretera asfaltada era la que enlaza Seoane y Folgoso con Quiroga, y la maleza hacía que muchas áreas de interés arqueológico fuesen casi o totalmente inaccesibles. Un incendio forestal que se produjo por entonces en la zona facilitó la labor de los arqueólogos, ya que puso al descubierto las construcciones de varios castros que de otra forma no habrían podido examinar de cerca. En otros casos hubo que utilizar fotografías aéreas para identificar estas estructuras.

Teléfono a 20 kilómetros

La información publicada en 1977 en este diario indicó que la primera campaña arqueológica tuvo cerca de un mes de duración y que los que tomaron parte en ella habían estado «prácticamente aislados» durante ese tiempo. Añadía que el pueblo más próximo con teléfono del que disponían los investigadores -sin precisar de cuál se trataba- estaba a unos veinte kilómetros del yacimiento.

Pese a estos problemas, las dos campañas sirvieron para poner al descubierto un patrimonio arqueológico de gran valor que hasta entonces era desconocido. Los investigadores apuntaron en el mencionado libro que estos trabajos había conseguido «incorporar a la arqueología de Galicia una zona de la que hasta la fecha no sabíamos prácticamente nada». Junto con la mina de A Toca se identificaron otras seis explotaciones mineras romanas, entre las que destacan las de Torubio y Millares. Fueron también catalogados veinticuatro castros y se puso de relieve la estrecha relación entre estas poblaciones y la antigua actividad minera. Los arqueólogos sugirieron que estos castros fueron habitados por trabajadores indígenas de las minas y legionarios que vigilaban el territorio.

Sin embargo, aunque este conjunto de yacimientos es hoy mucho mejor conocido que hace cuarenta años, desde entonces no avanzaron mucho las investigaciones arqueológicas sobre el terreno. La iniciativa más destacada fue la excavación parcial del castro de A Torre o de Sobredo, a mediados de los años 90. En otros yacimientos solo se han realizado de forma ocasional tareas de desbroce de la maleza.

Un patrimonio de gran valor para el futuro geoparque

La mina de A Toca y otros yacimientos arqueológicos de la sierra de O Courel que fueron estudiados por primera vez en las campañas de 1977 y 1979 están hoy señalizados e integrados en las rutas turísticas. Estos parajes forman actualmente parte de los recursos potenciales del parque geológico que pretenden crear los municipios de Folgoso do Courel, Quiroga y Ribas de Sil. Los rastros de la minería antigua son elementos de especial interés al diseñar los geoparques integrados en la red internacional que respalda la Unesco.

Los yacimientos arqueológicos no son el único aspecto del patrimonio de O Courel que comenzó a ser estudiado en profundidad en la década de los 70. En esa época, biólogos vinculados a la Universidade de Santiago empezaron a desarrollar también los modernos estudios científicos sobre la vegetación de la sierra, que tuvieron como único precedente los trabajos del sacerdote y botánico Baltasar Merino a principios del siglo XX.