Mucho despilfarro

Antón Grande TRIBUNA

LEMOS

09 jul 2016 . Actualizado a las 18:47 h.

Pocas cosas hay en Lugo, dependiendo claro está de las diferentes administraciones que estén a la cabeza de los proyectos, que se lleven a cabo a la primera de cambio y así se queden definitivamente. Aquí, a lo que parece, lo que se estila es hacer y deshacer, gastar y volver a gastar o rehabilitar lo ya rehabilitado. Como consecuencia, los gastos de una misma obra o actuación se triplican en el tiempo.

Por ello tenemos numerosos casos de despilfarro en la ciudad. A algunas autoridades lucenses deberían provocarles vergüenza, si es que aún les queda, porque determinados de estos retrasos, no lo olvidemos, se han debido más a cuestiones políticas, al yo te fastidio a ti y tu a mí, que a temas pecuniarios.

Ahí tenemos sino las famosas cámaras de vigilancia de O Ceao: primero se colocan unas cuantas, luego se apagan, más adelante se instalan una cantidad importante más contando para ello con una inversión más que salientable. La autoridad incompetente mandó apagarlas de nuevo y así siguen, hasta hoy en que se estudia nuevamente su puesta en funcionamiento. No obstante, claro está, con una nueva y gran inversión.

Sin embargo no es el único caso en la ciudad lucense. Fíjense ustedes pacientes lectores, en la vieja fábrica de la luz, al pie del río Miño. Se pintó, se rehabilitó, se dispuso luego para que fuese museo de la electricidad y se volvió a cerrar. Entre tanto, sus paredes se llenaron de pintadas, la maquinaria de las instalaciones en total abandono y ahora vuelve a sonar el runrún de su posible tercera o cuarta rehabilitación. Siempre, claro está, poniendo el dinero por delante como lo hacen los jugadores de póker o, a su vez, los constructores que vendían sobre plano.

Podríamos seguir citando casos similares como el museo de San Roque, abierto y reabierto varias veces, las casas de A Tinería o el edificio de la antigua cárcel pero, para qué. Total, hasta octubre no son las elecciones autonómicas y entonces sí, vamos a tener obras de nuevo, chapuzas y falsas promesas para dar y tomar. De momento, el caneiro de Acea de Olga continúa sin arreglarse. Pero eso es otra historia.