De mayor quiero ser... sumiller

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Los alumnos del curso superior del Instituto Galego do Viño realizaron una visita a la Ribeira Sacra

03 feb 2016 . Actualizado a las 22:45 h.

Galicia tiene dos asociaciones de sumilleres formalmente constituidas. Pero no es fácil encontrar este tipo de profesionales en los restaurantes. Pagar una nómina por el cuidado del vino en la sala y la gestión de la bodega entra todavía en la categoría de lo superfluo para una inmensa mayoría de locales. Pese a ello, las veinticinco plazas del curso que organiza el Instituto Galego do Viño (Ingavi) se agotan año tras años sin excepción. ¿Se puede ser, entonces, sumiller? «Hay una falsa creencia que asocia esta figura solo a las mesas de los restaurantes, pero la realidad es otra muy diferente», responde Juanjo Figueroa, tutor del curso del Ingavi, cuyos alumnos visitaron ayer la Ribeira Sacra.

No todos los futuros sumilleres piensan en asesorar a comensales económicamente pudientes sobre el vino perfecto para acompañar el menú que ha elegido. «El perfil de los alumnos es muy variado. Hay quien tiene pensado trabajar en hostelería, pero también participan bodegueros y gente del mundo de la distribución», explica Figueroa, que en su día fue cursillista en las aulas del Ingavi. No le ha ido mal desde entonces en su faceta de hostelero. «El secreto hoy en día está en que tu local ofrezca algo diferente. La formación como sumiller te brinda los onocimientos para hacerlo. Debería ser casi obligada para toda la gente del vino», señala.

También bodegueros

Los profesionales de la distribución encuentran en el curso de sumiller una formación sobre vinos que les permite «vender mejor el producto». Tampoco le viene mal a los elaboradores afinar un tanto la nariz en las aulas del Ingavi. «El bodeguero tiene que entender el vino desde fuera, no quedarse solo con el suyo», prosigue el tutor del curso. Entre los alumnos que visitaron la Ribeira Sacra había tres bodegueros en activo y varios más en ciernes. «Ver lo que se hace en otras zonas te ayuda a saber mejor cuál es la posición de la que partes», dice el vigués José Osuna, que ha reunido junto a sus socios tres hectáreas de viñedo para un nuevo proyecto en O Condado.

El Ingavi tiene su sede en Santiago, en uno de los edificios de la Cidade da Cultura. Por sus aulas pasan reputados expertos que se encargan de impartir clases teóricas y sesiones de cata a los alumnos. Pero el curso de sumiller incluye también salidas formativas a las cinco denominaciones de origen gallegas y a zonas vitícolas de Portugal. «Los viajes nos parecen una forma muy interesante de complementar el aspecto más teórico del curso. Las diapositivas pueden estar muy bien, pero todo se entiende mejor a pie de viña», recalca Figueroa.

Los alumnos iniciaron la visita a la Ribeira Sacra en los viñedos de Ponte da Boga. Allí supervisaron los trabajos de poda acompañados por su director técnico, Dominique Roujou. Posteriormente participaron en una cata de los diferentes vinos que elabora de la bodega ourensana, entre los que figuran monovarietales de merenzao y brancellao. Algueira fue la segunda escala del viaje formativo por la Ribeira Sacra. Las explicaciones, en este caso, corrieron a cargo del propietario de la bodega, Fernando González, y del enólogo David Pascual.