Ganó con el equipo español el campeonato mundial de cata que organiza la «Revue du vin de France»
25 oct 2015 . Actualizado a las 09:23 h.Pocos lugares tienen la historia vitícola de Châteauneuf-du-Pape. En esa localidad de Provenza se disputó este año el mundial de cata que organiza la Revue du Vin de Francia. Equipos veinte países tuvieron que acertar a ciegas marca, variedades de uva, añada y productor de doce vinos de dispares procedencias. Desde un tinto dulce de Bandol a un blanco de Croacia, pasando por un pinotage sudafricano. Ganó el equipo español, tercero en la anterior edición. El sarriano Alfonso Torrente, enólogo e ingeniero agrónomo, es uno de sus integrantes.
-Sarria no es una zona de gran tradición vitícola. ¿Cómo surgió su interés por la enología?
-El vino siempre me gustó. Mi abuelo tenía viñas en Villarrobledo, en Albacete, que era donde pasábamos las navidades y las vacaciones de verano. Cuando trabajé en las brigadas forestales, tuve la oportunidad de sobrevolar en helicóptero los viñedos del cañón del Sil. Fue lo que me acabó de decidir.
-Alfonso Torrente estudió enología en Alicante. Allí conoció a sus compañeros de Envínate, con los que elabora vinos en diferentes puntos de España. Uno de ellos es el enólogo canario Roberto Santana, integrante del equipo que ganó el mundial de cata junto con los gallegos Eulogio Pomares y José Luis Aragunde, y el francés afincado en España Philippe Cesco.
-¿Cómo se prepara un catador para un mundial?
-Es un aprendizaje continuo, no es cuestión de prepararte antes. La clave está en descorchar botellas a diario, con compañeros de trabajo, amigos, el equipo de cata... Siempre a ciegas, porque es la forma de desnudar el vino, de saber por qué te gusta y descubrir sus características sin que te condicione la marca.
-¿Se llevan decepciones?
-Hemos tenido muchas alegrías y grandes decepciones.
-¿Le sobra literatura al vino?
-Le sobra y le falta. Necesita una literatura más cercana, que anime a la gente a beber vino. Lo que sobra es esnobismo. A mí me parece bien que haya una historia detrás de los vinos y que esa historia se cuente, siempre que sea auténtica.
-Sirve de ayuda al catador olfatear frascos de esencias?
-Hemos pasado muchas horas con frascos de aromas, entrenando la nariz. Ayuda a separar sensaciones para conocer el perfil de los vinos, pero al final lo que vale es descorchar botellas.
-¿Irán a por el doblete?
-Salimos de la cata convencidos de dejar paso a otro equipo, hasta que dijeron que la próxima edición será en Borgoña. Es uno de nuestros viñedos favoritos y allí estaremos.
alfonso torrente enólogo e ingeniero agrónomo
«Gastar en vinos de todo el mundo es una inversión para ser mejores profesionales»
Alfonso Torrente ganó en la edición del 2013 el prestigioso premio de cata por parejas que organiza Vila Viniteca, al que se presenta habitualmente con su compañero en el proyecto Envínate Roberto Santana.
-¿Se discute mucho en este tipo de concursos?
-Al ser cinco catadores, se genera más debate. Si hay una idea clara desde un principio, suele ser la que vale. Los problemas surgen con vinos difíciles de situar. Este último campeonato le dimos muchas vueltas a un blanco que identificamos como un chardonnay de Chile y resultó ser griego. También rectificamos una ficha que habíamos acertado, de un champaña Bollinger La Grande Anné. Lo cambiamos a última hora por un Gosset, pero nos llegaron los puntos para quedar delante del equipo de Bélgica. Son muy buenos catadores, ganaron hace dos años y fueron segundos en la anterior edición.
-Una botella de La Grande Anné vale cien euros, la preparación parece costosa.
-Parte de lo que ganamos en Envínate lo invertimos en catar vinos de todo el mundo. Es una forma de disfrutar de lo que nos gusta y de ser mejores en nuestra profesión.
-¿El mejor vino que ha probado?
-Uff... Menuda pregunta. Hay un vino que me quedó grabado en la memoria, un Frederic Mugnier Le Musigny Grand Cru de 1986. Mejor no digo el precio [en torno a 800 euros].