Las acacias cercan las tumbas medievales de O Preguntoiro

francisco albo, carlos rueda MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CARLOS RUEDA

La vegetación silvestre dificulta el acceso a un singular monumento de Pantón

15 oct 2015 . Actualizado a las 08:09 h.

El crecimiento incontrolado de la vegetación hace que cada vez se vuelva más dificultoso el acceso al conjunto de sepulcros antropomorfos de O Preguntoiro, un singular monumento histórico situado en el antiguo camino que une las localidades de Pombeiro y Sancosmede, en el municipio de Pantón. En los últimos tiempos ha crecido en la zona numerosas acacias que rodean las tumbas. Actualmente solo se puede llegar hasta ellas por un estrecho sendero en que solo cabe una persona.

En caso de que en el paraje no se realicen desbroces, todo indica que incluso este paso podría llegar a cerrarse dentro de algún tiempo. La maleza también está invadiendo otros tramos del camino situados más adelante, pero en este caso se trata sobre todo de helechos, por lo que sigue posible recorrerlos, aunque con alguna molestia.

El camino de Pombeiro a Sancosmede ya tuvo que ser desbrozado en varias ocasiones en los últimos años. Las tumbas de O Preguntoiro empezaron a ser más conocidas a principios de la pasada década gracias a las Xornadas da Ruta do Románico de Pantón, dentro de las cuales se organizaron algunas visitas guiadas a este paraje.

La ruta que lleva los antiguos sepulcros ha ido ganando popularidad en los últimos años y hoy en día está bien señalizada, aunque su mantenimiento sea deficiente. El año pasado, el escritor Lois Diéguez -presidente de la asociación cultural LugoPatrimonio- incluyó las tumbas de O Preguntoiro en una conferencia divulgativa que ofreció en Monforte acerca de los «lugares encantados» de la Ribeira Sacra.

Una posible huella de las antiguas comunidades monásticas

El conjunto de O Preguntoiro está formado por varios sarcófagos con forma de silueta humana tallados en la roca viva. Dos de ellos están abiertos, mientras que otro está tapado. Una cuarta tumba no llegó a ser excavada y se reduce a un perfil grabado en el peñasco. Muy cerca de los sepulcros hay una pila rectangular también cavada en una roca.

La tradición popular afirma que en este lugar existió una capilla llamada de San Xoán Degolado. En el entorno de las tumbas hay piedras que parecen haber pertenecido a esta antigua construcción. Los investigadores que han estudiado este conjunto de sepulturas suponen que pudo pertenecer a una de las comunidades monásticas que existieron en las márgenes del Sil entre los siglos VII y VIII. Se trataría, por lo tanto, de uno de los vestigios más antiguos del cristianismo y de la vida monacal de la Ribeira Sacra. El escritor e historiador Nicanor Rielo descubrió en una roca situada en este paraje una inscripción latina que reza Ora frater asterig alfape, que puede aludir a un monje llamado Asterigo.