Ribeira Sacra, el viñedo perfecto para afrontar el cambio climático

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ALBERTO LÓPEZ

Un estudio valora por vez primera la influencia de la orografía en el vino

27 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de cuatrocientos metros de altitud; orientación sur, sureste o nordeste; temperatura media entre 17, 5 y 19,5 grados y precipitaciones de 250 a 300 milímetros al año. En el contexto de la Ribeira Sacra, podría ser el retrato robot del viñedo idóneo para obtener tintos con una mayor capacidad de envejecimiento en barrica. En esas condiciones la mencía parece desarrollar los mayores niveles de antocianos, compuestos responsables del color de los vinos y uno de los principales parámetros de calidad de la uva.

Se trata de una de las llamativas conclusiones que recoge el estudio Composición bioquímica de la variedad mencía en la Ribeira Sacra: influencia del terroir y adaptación al cambio climático, tesis doctoral de la bióloga monfortina Iria Rodríguez Vega, publicada en la web del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La investigación aborda por vez primera en esta denominación de origen la influencia de suelos, orientaciones y altitudes sobre la composición bioquímica de los vinos. Una diversidad que define a la Ribeira Sacra y que parece situar a sus viñedos en una posición de privilegio frente a los efectos del calentamiento global.

El trabajo que recoge la tesis doctoral se llevó a cabo durante cuatro años -entre 2009 y 2012- en quince viñedos repartidos por las cinco subzonas de la denominación de origen (Amandi, Chantada, Ribeiras do Miño, Quiroga-Bibei y Ribeiras do Sil). Las parcelas, de diferentes características en cuanto a altitud y orientación, se situaban concretamente en los municipios de Sober (Doade, Pinol- Chanteiro), A Teixeira (A Abeleda, Cristosende), Castro Caldelas (Alais), Pantón (Ribeiras do Miño), O Saviñao (A Cova, Vilanova), Chantada (Nogueira, San Fiz), A Peroxa (Carracedo), y Quiroga (San Clodio, As Medas, Montefurado».

A partir de la uva de estas viñas, se estudió la incidencia del clima, la topografía y el tipo de suelo sobre la composición bioquímica de los vinos de mencía resultantes. Las conclusiones ponen de manifiesto que cada una de las cinco subzonas de la Ribeira Sacra es un mundo. Debido a las cambiantes condiciones orográficas, ni siquiera caben las generalizaciones dentro de una misma subzona.

Diferentes concentraciones

De cada una de las sustancias analizadas se encontraron diferencias de concentración muy significativas, que a juicio de la autora «confirman la idea de que el terroir afecta de forma importante a la composición bioquímica de las uvas en cada una de ellas y, por tanto, a la calidad final del vino». El conocimiento de esta influencia permite a los viticultores, según destaca, «adaptar sus viñedos al medio en función del vino que desean elaborar, potenciando aquellas cualidades que aportan los distintos compuestos fenólicos, aromáticos y aminoacídicos».

No es esta, sin embargo, la única ventaja que brinda este conocimiento. Iria Rodríguez hace hincapié en el valor de esta información para adaptar los cultivos «a las nuevas condiciones climáticas que previsiblemente traerá consigo el cambio global». Las variaciones de altitud y exposición en la Ribeira Sacra generan una gran diversidad de climas zonales con los que puede jugar el viticultor «trasladando sus viñedos hacia zonas más favorables o introduciendo nuevas variedades mejor adaptadas a las condiciones climáticas».