Valle de Lemos, una parada en el camino del gran invierno glacial

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CEDIDA

El yacimiento paleolítico de Valverde puede indicar un antiguo cruce de rutas

10 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El hallazgo de un yacimiento del período solutrense en el monte de Valverde, en Monforte -el primero que se ha encontrado en Galicia-, refuerza la hipótesis de que el valle de Lemos fue una zona de refugio para los grupos humanos del Paleolítico durante la etapa más fría y seca de la última glaciación, entre hace 26.500 y 19.000 años. Los investigadores que estudian este asentamiento dentro del proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño» suponen que la zona fue también un importante cruce de caminos para los grupos de cazadores nómadas que se desplazaban por el noroeste ibérico en ese período de frío extremo.

En un estudio publicado en inglés en el 2011 en el libro To the West of Spanish Cantabria, los arqueólogos trazaron un mapa de las supuestas rutas seguidas por los grupos humanos en épocas anteriores de la prehistoria, durante el Paleolítico Inferior, cuando el clima era mucho menos riguroso. Estos itinerarios seguirían las vías naturales de tránsito por las que también debieron de moverse los rebaños de herbívoros salvajes. En ese mapa, el valle de Lemos es un cruce entre las rutas que unían el interior de Galicia con las costas atlántica y cantábrica, el interior de la Península y el norte de Portugal. A lo largo de estos corredores naturales se han hallado yacimientos arqueológicos que indican la presencia de los humanos.

El yacimiento de Valverde, según explica el arqueólogo Arturo de Lombera, sugiere que esas grandes rutas siguieron siendo utilizadas durante el Máximo Glacial y que en esa etapa la depresión monfortina continuó siendo a la vez un refugio y un cruce de caminos.

Los análisis de los depósitos sedimentarios y de los pólenes fósiles indican que una gran parte del territorio gallego se volvió inhóspita en el Máximo Glacial. Las zonas más altas se convirtieron en estepas herbáceas con una vegetación pobre, mientras que los macizos montañosos quedaron cubiertos de hielo y nieve. Pero en algunas zonas más bajas -los valles fluviales del Miño y del Sil, las Rías Baixas y las depresiones lucenses y ourensanas-, el clima parece haber sido algo menos frío y más húmedo, por lo que pudieron sostener una vegetación y una fauna más abundante y variada. De esta manera también pudieron funcionar como áreas de refugio para la escasa población humana.

Las hipótesis que barajan los investigadores apuntan a que los pobladores del período solutrense sobrevivieron durante varios milenios moviéndose por estas zonas de refugio, siguiendo las vías naturales que ya habían sido utilizadas por sus antecesores en épocas anteriores. Pero para corroborar esta teoría -puntualiza De Lombera- «habrá que encontrar en estas zonas otros yacimientos que puedan encuadrarse en ese período».