Media hora de angustia en Quiroga

Carlos Cortés
carlos cortés QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

El incendio de ayer tuvo en vilo a los vecinos de la plaza San Martiño

21 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«Eu non sei canto tempo pasou antes de que por fin se deu despertado e se asomou á ventá, pero igual foi media hora». Alain Pérez fue uno de los primeros vecinos de la plaza de San Martiño en darse cuenta de que estaba ardiendo una casa en el corazón de la parte antigua de Quiroga. Se despertó con las pequeñas explosiones que provocaban las primeras llamas en el cuarto de la lavadora, el lugar del número 9 de la rúa do Lago en el que empezó el fuego que al final destruiría casi por completo la casa.

La primera preocupación de Alain Pérez y del resto de los vecinos que salieron a la calle a la una y media de la madrugada de ayer asustados por el fuego era sacar de su casa a Leopoldo Martínez, el único ocupante de esa vivienda. Viudo y sin hijos, este jubilado de la cantera de la pizarrera Piquisa de 88 años vive solo en esa casa desde que enviudó de su mujer. Se vale por sí mismo sin grandes problemas, pero es sordo. Usa un audífono, aunque probablemente se lo quite para dormir. Así que tardó en darse cuenta de que tenía a todo el vecindario gritándole que saliese porque su casa estaba ardiendo.

A Alain Pérez se le hizo eterno el tiempo que pasó desde que empezaron a llamar a gritos a Leopoldo y el momento que el hombre por fin se asomó a la calle por la ventana de su habitación. Él y los otros vecinos que llegaron primero intentaron echar la puerta abajo a empujones. Los operarios del grupo de emergencias de Quiroga fueron más drásticos y trataron de abrirla con una motosierra. Tampoco pudieron, porque el hombre había colocado antes de acostarse una barra metálica atrancándola por dentro.

Cuando por fin salió, Leopoldo Martínez le confesó a una vecina que se había dado cuenta de que alguien trataba de entrar en su casa, pero tardó en levantarse porque tuvo miedo de que fuesen unos ladrones. A punto estuvo, le dijo medio en broma, de echar mano de su escopeta. Cuando salió, las llamas ya se habían extendido a todo el piso superior, pero él no había sufrido más daño que una dolencia respiratoria leve por inhalación de humo.

A casa de una sobrina

Por la mañana, una vez pasado el susto los vecinos comentaban en la plaza lo sucedido en la plaza. Personal del grupo de emergencias que comparten los ayuntamientos de Quiroga y Folgoso do Courel acababa de volver con un camión cisterna recargado para seguir enfriando los restos calcinados de la parte superior de la casa.

Ellos fueron los que llevaron el peso de los trabajos de extinción en los primeros momentos. Los bomberos de Monforte llegaron a las dos de la mañana y se subieron al tejado de la casa contigua. Desde allí echaron agua con mangueras sobre la parte superior de la vivienda en llamas mientras el personal del grupo de emergencias de Quiroga hacía lo mismo desde la calle. Los bomberos trataban de impedir que se propagase el fuego que ya había prendido en la parte exterior del edificio contiguo, el número doce de la rúa do Lago. Al final, en este inmueble, que está recién reformado pero sin habitar, los desperfectos causados por el fuego fueron pequeños.

Una sobrina de Leopoldo Martínez se acercó por allí a las once para comprobar el alcance de los daños. «Levareino á miña casa», aseguraba. Por la tarde, el alcalde de Quiroga, Julio Álvarez, confirmaba que en principio los servicios sociales no tendrán que intervenir para buscar alojamiento al dueño de la vivienda quemada. «Faríamolo encantandos se nolo piden, pero parece que non vai ser necesario», explica el alcalde. Leopoldo se irá con su sobrina a Paradapiñol, la aldea de la que es originaria toda la familia y en la que el propio Leopoldo vivió muchos años antes de instalarse con su esposa en Quiroga.