Una visita al dolmen recién descubierto de Leira Rapada

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

O SAVIÑAO

CARLOS RUEDA

Una parroquia de O Saviñao posee un singular conjunto arqueológico

14 jun 2017 . Actualizado a las 13:58 h.

A principios del presente año fue identificado en la parroquia de San Xoán de Vilatán un elemento hasta entonces desconocido del importante patrimonio megalítico de O Saviñao. Se trata del dolmen de Leira Rapada, descubierto por el arqueólogo monfortino Iván Álvarez Merayo gracias a las indicaciones de un vecino de la zona. El investigador observó la presencia de un petroglifo en la parte superior dolmen. Posteriormente, miembros de la Asociación Veciñal do Saviñao que visitaron el lugar hallaron otros grabados similares, muy desgastados y cubiertos en parte por el musgo.

El dolmen de Leira Rapada vino así a sumarse a otros conjuntos de la misma época prehistórica existentes en el municipio, como el conocido dolmen de Abuíme y las mámoas de Mosiños y Os Pedrouzos. El monumento megalítico se encuentra a escasa distancia de un castro llamado igualmente de Leira Rapada, que fue catalogado con anterioridad, pero que hasta ahora no ha sido objeto de una investigación sistemática.

Para visitar este lugar hay que salir del pueblo de Vilatán por la carretera que lleva a Felón, Vilameá y Marrube. Al cabo de unos 350 metros es preciso dejar el asfalto y desviarse a la izquierda por llamado camino de Vilamor, una antigua vía de comunicación entre esta localidad y la de Vilatán. El camino es ancho y discurre durante todo el trayecto entre bosque de robles y algunos castaños. Unos cuatrocientos metros más adelante, el camino inicia un descenso suave bordeando el castro de Leira Rapada. Al cabo de otros 150 metros, donde la senda da un brusco giro a la derecha, parte un ramal a la izquierda por el que hay que desviarse y seguir un centenar de metros más hasta llegar a la altura del dolmen. La construcción está a la derecha del camino, a unos quince metros. Tiene una altura aproximada de 1,80 metros y está cubierto por una piedra horizontal de 4,30 metros de largo y unos ochenta centímetros de grosor. La piedra cobertora está sostenida por otros dos bloques -técnicamente llamados ortostatos-, respectivamente de 4,60 y 4,40 metros de longitud. En la parte superior de la cubierta hay un conjunto de cinco petroglifos que siguen la misma tipología. Consisten en una serie de círculos concéntricos atravesados por una línea. Los grabados no se perciben con facilidad debido al extremo desgaste de la piedra. Distinguirlos mejor o peor depende mucho de la inclinación de la luz solar.

Una supuesta talla

A unos quince metros del dolmen, monte abajo y en línea recta, hay una serie de afloramientos rocosos de granito. Uno de ellos presenta una curiosa forma en la que algunos visitantes han creído ver tallada la cabeza de un animal, más concretamente una serpiente. Hasta ahora no se ha realizado un estudio arqueológico para determinar si esta figura es natural o artificial.

A la izquierda del dolmen, a unos 150 metros de distancia, se encuentra el castro de Leira Rapada. Consiste en un asentamiento de forma circular, con un diámetro aproximado de 85 metros en su parte más ancha. Lo rodea una muralla muy deteriorada, circudada a su vez por un terraplé -en algunos tramos de origen natural- con caídas verticales que llegan a quince metros de altura. En la parte más vulnerable del castro, la orientada al este, se construyó un parapeto de unos seis metros de altura. En la parte norte, el terreno fue ampliado con aterrazamientos. En el interior de la acrópolis se encontraron restos de cerámica y piedras que posiblemente fueron utilizadas como contrapesos en antiguos telares.

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