Los racimos comienzan a «pintar» en los viñedos de la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

SOBER

CEDIDA

El cambio de color de la uva abre la cuenta atrás para la vendimia

23 jul 2014 . Actualizado a las 07:05 h.

El fenómeno del cambio de color de la uva es importante por partida doble para el viticultor. Significa, por un lado, que el racimo gana inmunidad frente a los ataques de los hongos causantes de oídio, el mildeu o el black-rot. Solo la botritis en caso de fuertes lluvias, o una granizada inoportuna, podrá echar por tierra la cosecha a partir de ese momento. Pero hay más. El envero del racimo supone también, de algún modo, el pistoletazo de salida para la esperada vendimia. Al menos según la tradición, la uva estará lista para ser recogida alrededor de cuarenta días después de que adquiera su tonalidad característica. Pues bien, la mencía comienza a pintar en las viñas más marugadoras de la Ribeira Sacra.

En los viñedos de la ladera de Seoane, en la ribera del Sil, los racimos de la variedad más representativa de la denominación de origen enseña tímidamente su característico color azulado. Se trata de una zona bien abrigada, orientada al mediodía y al poniente, donde en condiciones normales es habitual que la uva tinta cambie de color en vísperas de la festividad de Santiago. «Nesta ribeira vendímase a mencía na primeira quincena de setembro, aínda que o ano pasado houbo que retrasala. Se pintan os racimos, é sinal de que o ano vai ser máis normal que o anterior», señala un viticultor de esa ribera de Sober, perteneciente a la parroquia de Doade.

Vuelta a la normalidad

El pasado año fue especialmente atípico en los viñedos de la Ribeira Sacra, igual que en el resto de las denominaciones de origen gallegas. Los rigores invernales se prolongaron buena parte de la primavera y afectaron de forma drástica a la floración. Muchos racimos no llegaron a cuajar y los que lo consiguieron lo hicieron con un importante retraso con respecto a las fechas que se pueden considerar normales. A la demora en el ciclo de maduración se sumó, en la recta final de la campaña, la llegada inoportuna de las lluvias. Cuanto antes se produce el envero de la uva, más de adelanta la maduración y mayores posibilidades hay de esquivar las precipitaciones que suelen anunciar en septiembre el final del verano.

Doade no es la única ribera madrugadora del Sil. También en algunos viñedos de Vilachá de Salvadur, en A Pobra de Brollón, es fácil ver pintar los racimos en vísperas del día de Santiago. El pasado año, sin embargo, el envero no se produjo hasta la primera semana de agosto, y solo en las viñas mejor orientadas, un síntoma del retraso en la maduración que obligó a retrasar la vendimia, al menos con carácter general, hasta comienzos de octubre.

Tirando a alta

Las fechas de inicio del envero en las viñas más precoces de la ribera del Sil indican que este año la recogida de la uva podría iniciarse en la Ribeira Sacra bastante antes que en la campaña anterior. Las estimaciones sobre el volumen de la cosecha difieren según las fuentes consultadas. «Normal tirando a alta», es el comentario que más se repite. Respecto a la calidad, dependerá como siempre, en última instancia, de las condiciones meteorológicas en la recta final del proceso de maduración. «Da calidade é mellor non falar ata que a uva entro nos depósitos», apunta un bodeguero.

Con la llegada del envero, los viticultores comienzan a hacer sus cábalas también sobre la demanda y el precio que alcanzará la uva. Al final, que la vendimia sea redonda no solo depende de la naturaleza.