Ochenta años del desplome del túnel de Montefurado

Francisco Albo
fRANCISCO ALBO QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

CEDIDA

En noviembre se cumple el aniversario del suceso que alteró la fisonomía del célebre monumento romano

24 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El monumento más famoso de la minería romana en Galicia ofreció hasta el siglo pasado un aspecto notablemente diferente del que presenta hoy en día. El próximo noviembre se cumplirá el ochenta aniversario del hundimiento del túnel de Montefurado, un suceso que no solo alteró fuertemente la fisonomía de este característico paraje del municipio de Quiroga, sino que en su momento causó graves problemas a los vecinos de la zona. El suceso se produjo a principios del noviembre de 1934 y fue el día 7 cuando empezaron a darlo a conocer los medios de comunicación, entre ellos este diario. Los testimonios de la época señalan que la causa del derrumbe fue probablemente la erosión provocada por una importante crecida que sufría en aquellos días el cauce del Sil.

Según los datos que se conservan de la época anterior al derrumbe, el túnel tenía originalmente una longitud de en torno a 120 metros. Tras el dramático suceso, la cavidad quedó reducida a los 52 metros que mide en la actualidad. La antigua estructura del túnel puede apreciarse en un plano trazado por Francisco Coello, coronel del Ingenieros, y publicado en 1864 en un conjunto de mapas de la provincia de Lugo que se editó con comentarios del célebre geógrafo Pascual Madoz. Una reproducción de este docuento, conservado por el Instituto Geográfico Nacional, puede verse en el blog Arqueotoponimia.

El suceso provocó también la desaparición de las ruinas del castillo de Pena do Corvo, que se encontraban en la zona afectada por el desplome. Esta construcción, de la que no queda hoy ningún rastro conocido, es de origen incierto. Hay quien sugiere que podría datar de la época romana, pero el periodista José Rúa Figueroa opinó en un artículo sobre Montefurado publicado en 1851 en la revista Semanario Pintoresco Español que era «de construcción no muy antigua». Este mismo trabajo afirma que las ruinas sirvieron de refugio durante la guerra napoleónica a los vecinos de la comarca que lucharon en las guerrillas contra la invasión francesa.

El castillo desaparecido puede verse en algunos antiguos grabados, como el que acompaña estas líneas, que fue realizado por el pintor y dibujante madrileño Daniel Urrabieta y Vierge en una fecha indeterminada, entre 1870 y 1880. Las ruinas también aparecen en un grabado del artista José Cappa que fue publicado en la revista La Ilustración Española y Americana en 1888. Además de estos testimonios gráficos, la fortaleza dejó numerosas huellas en la tradición oral de la zona, donde mucho tiempo después del derrumbe del túnel siguieron contándose leyendas populares relacionadas con esas ruinas que todavía se recuerdan en la actualidad.

Bloqueado por siete años

El taponamiento que causó el desplome del monte en el túnel y en el cauce del Sil tardó bastante tiempo en corregirse, según las noticias históricas que se recogen a este respecto en el blog Montefurado, tierra de romanos. De acuerdo con estas informaciones, la Dirección General de Obras Hidráulicas intentó retirar en 1935 las grandes rocas que bloqueaban el río. Las obras de desescombro empezaron en marzo de ese año, pero hubo que interrumpirlas debido a un fuerte temporal y no se reanudaron hasta mayo.

El trabajo quedó entonces sin completar y el estallido de la Guerra Civil impidió continuarlo en los siguientes años. La boca del túnel no pudo quedar totalmente despejada hasta bien avanzado 1941.