En cuestión de vinos, la vista no es lo que más trabaja

Carlos Cortés
carlos cortés SOBER / LA VOZ

SOBER

ROI FERNANDEZ

Sober organiza una cata exclusiva para personas ciegas

30 mar 2014 . Actualizado a las 08:00 h.

Lo que mandan los cánones es empezar las catas de vino por la fase visual, para que el consumidor ponga después a prueba su nariz y complete el trabajo probando el producto. Pero de los tres sentidos que un catador tiene que agudizar cuando trabaja, el menos necesario es la vista. «De hecho, hay modalidades de cata en las que se evita valorar el aspecto del vino y se utilizan luces especiales para que el catador no aprecie las tonalidades», contaba ayer Mariana González Álvarez, la encargada de dirigir ayer en Sober una cata comentada muy especial. Todos sus alumnos eran personas ciegas o con grandes limitaciones visuales. Era una iniciativa del Ayuntamiento de Sober dentro del Mes do Amandi, la campaña de promoción previa a la feria del vino que se celebrará los días 12 y 13 de abril.

Mariana González, doctorada en ciencia y tecnología de los alimentos, explicaba al comienzo de la cata que para una persona ciega es perfectamente posible formarse como catador. «No sería raro en absoluto -asegura-, porque es bien sabido que quien tiene problemas de visión puede agudizar otros sentidos, como el olfato o el gusto».

-Esto huele a madera.

-Pues es manzana.

-Ya lo decía yo.

Como para desmentir la afirmación anterior, este diálogo coreado por risas de los catadores y el público llegó justo al principio, cuando los organizadores fueron pasando entre los aprendices frascos con olores que pueden aparecer en los vinos. El que confundió madera y manzana es Pablo Rodríguez, vendedor monfortino de la ONCE y exdeportista paralímpico. Se redimió en las siguientes fases de la cata, cuando adivinó no solo las variedades de uva dominantes en varios de los vinos utilizados en la demostración, sino incluso la bodega que los había facturado. «En la cata, la práctica y la experiencia son muy importantes», explicó la directora de la sesión.

Además de Pablo Rodríguez, se prestaron a participar en la experiencia dos vecinos de Sober, Cristina Pérez y Abel González, y otras seis personas con diferentes grados de discapacidad y residentes en diferentes puntos de la provincia. Todos están asociados a la ONCE, entidad que colaboró con el Ayuntamiento en esta iniciativa.

Su máximo responsable en la provincia de Lugo, Roberto Doval, agradeció al final de la cata la invitación del Ayuntamiento de Sober. «É unha actividade integradora e normalizadora que ademais xira ao redor do viño, un producto cultural e economicamente moi importante, sobre todo para esta comarca», dijo. Por su parte, el alcalde, Luis Fernández Guitián, dejó la puerta abierta a la organización de nuevas actividades de formación en la cata de vinos pensadas para personas invidentes, incluso más avanzadas que una simple cata comentada como la de ayer.

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