¡Corre, corre!

Ana T. Jack

LA VOZ DE LA ESCUELA

«Los niños necesitan horas vacías de actividades «para crear su propia felicidad»
«Los niños necesitan horas vacías de actividades «para crear su propia felicidad» ALBERTO LÓPEZ

Diez claves para rescatar a nuestros hijos de un estilo de vida frenético

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos en la cultura de la prisa. Lo queremos todo, y ya. Es la enfermedad de nuestros días: la creencia obsesiva de que el tiempo hay que aprovecharlo al máximo haciendo cosas. No vale darse un paseo tranquilo, tumbarse a leer una novela... o ponerse a jugar con nuestro hijo pequeño una hora entera. Eso es perder el tiempo. Hasta el punto de que un hueco en nuestra agenda, repleta de tareas por hacer, nos llega a dar vértigo. «Desde que salgo del trabajo hasta que llego a la clase de pilates me da tiempo a hacer la compra y me sobra media hora. ¿Qué puedo hacer en ese rato para aprovecharlo? ».

A nuestros hijos, por supuesto, les transmitimos esta ansiedad por hacer cosas todo el tiempo. Su ritmo natural, sin imposiciones, es hacer las cosas tranquilamente: tiempo para despertarse, para desayunar, para jugar antes de salir de casa... Pero en pocos años aprenden también a estar ocupados de forma permanente: con actividades extraescolares, con los deberes, la tele, la tableta, los videojuegos... De manera que ante un pequeño fallo de sistema, en el que se encuentran con un tiempo de ocio no estructurado, sueltan el clásico: «Me aburro».

Además, a los padres y madres nos han colado la creencia, para nada demostrada, de que cuanto más y antes, mejor: cuanto antes aprenda a leer, a nadar, a hablar un idioma, a tocar un instrumento, a practicar un deporte... mucho mejor.

En palabras de Alvin Rosenfeld, «Los padres quieren evitar a toda costa el aburrimiento de sus hijos y por eso programan sus vidas para mantenerlos ocupados. Pero en realidad las horas vacías son las que enseñan a los niños a crear su propia felicidad» .

«Tú tranquilo, que hay tiempo»

Vivir deprisa no es vivir, ¡es sobrevivir! Así piensa Carl Honoré, autor de «El elogio de la lentitud» y gurú de una nueva tendencia educativa que cada vez tiene más adeptos en Estados Unidos y Europa. Estas son las claves del «slow parenting», o paternidad tranquila:

Menos agendas infantiles organizadas hasta el último minuto. Hay que priorizar lo importante y cortar con lo superfluo. ¿De verdad es necesario que el niño practique dos deportes, que toque el violín, que refuerce las matemáticas y que vaya a inglés dos días por semana? En sus agendas tenemos que dejar huecos para el tiempo libre y el juego desestructurado (sin monitor por medio).

Menos presión. No hay que plantear la infancia como una competición, un proyecto de futuro o un producto. Cada niño madura a una velocidad diferente. No podemos pretender que todos vayan al mismo ritmo. Atosigarlos para que alcancen determinados objetivos no sirve más que para aumentar la ansiedad e inseguridad en sí mismos.

Más tiempo para estar con ellos. Los niños quieren estar con sus padres pero sin prisas, sin actitudes de desesperación, sin estrés... Merece la pena el esfuerzo, aunque para ello haya que renunciar temporalmente a determinados compromisos profesionales o proyectos personales.

Menos horas ante las pantallas y más contacto con la naturaleza. Está demostrado que el contacto con el entorno natural es el mejor antídoto para disminuir la ansiedad, aumentar el bienestar personal y reconectar con uno mismo y con los seres queridos.

Más tiempo para dar rienda suelta a la imaginación, para estar tranquilo, para descansar, para leer, para escuchar música, para estar en silencio, para aburrirse...

Menos juguetes. Inventar juegos con cajas de cartón o cuerdas es más beneficioso para el desarrollo cerebral que muchos de los juguetes más sofisticados.

Menos sobreprotección y más libertad, dejando que los niños exploren y descubran las cosas por sí solos. Que tomen sus propias decisiones y se equivoquen. Solo así se madura y se crece.

No permitamos que se conviertan en adultos antes de tiempo. Hay una tendencia a acortar los años de la infancia y a empujarlos antes de tiempo a la etapa de la adolescencia, que cada vez dura más.

Despertar en ellos la pasión por aprender, descubrir y sentir curiosidad por las cosas. Esto les resultará más útil en el futuro que obligarlos a adquirir un exceso de conocimientos.

Ofrecerles tiempo, espacio y libertad para crecer sin prisas.

En resumen, hay que huir de la sobreestimulación, la competitividad y el consumismo y centrarse en las cosas importantes de la vida. Como dice el propio Honoré: «»Nadie en su lecho de muerte piensa: Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina o delante de las pantallas y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente».

escuela de padres

Tema del mes: ¿A qué dedican el tiempo nuestros hijos?

Etapa: Educación obligatoria.

La frase: «El tiempo pasa muy rápido. Los padres debéis de disfrutar de vuestros hijos y los niños y las niñas han de disfrutar de su infancia» (César Bona).

Algunas claves: Revisar los horarios de de todos los miembros de la familia para asegurarnos de que incluyen momentos para el descanso y el disfrute personal.

Para saber más: «Bajo presión. Rescatar a nuestros hijos de una paternidad frenética». Carl Honoré. RBA Libros. En este libro el autor denuncia que en la sociedad actual secuestramos la niñez de nuestros hijos de una forma nunca vista a lo largo de la historia. «A pesar de querer lo mejor para ellos, hemos caído en el exceso: por un lado les exigimos una barbaridad y por el otro los infantilizamos, lo que les provoca problemas de salud mental y física». Propone desacelerar el ritmo, rebajar la tensión y la angustia y dedicarles más tiempo en el día a día.

>>> anatjack@edu.xunta.es