«Una foto en Facebook es una palabra al viento»

FUGAS

cedida

Los premios avalan el trabajo de este fotodocumentalista que visitará Ourense para impartir un taller exprés

03 feb 2017 . Actualizado a las 05:45 h.

Hace 14 años Carlos Spottorno decidió abandonar la comodidad de su trabajo como creativo publicitario para coger una cámara y fotodocumentar historias que hablan de migración, de minorías étnicas o de desigualdades sociales. Su muy personal forma de narrar en imágenes aquello de lo que es testigo lo ha llevado, entre otros reconocimientos, a ganar dos World Press Photo (2003 y 2015) y a publicar media docena de libros que revelan con inquietante belleza la naturaleza caótica del género humano. Los próximos días 10 y 11, organizado por La Plantación, imparte en Ourense un taller sobre «métodos narrativos para un documentalismo fotográfico».

-Suena abstracto. ¿Podía concretar de que se trata en la práctica?

-En mis libros, el tratamiento de las fotos, su orden, el modo en el que conviven con los textos o la propia estructura de la publicación varían mucho en función de la historia que quiera contar. Y a eso es a lo que animo a los fotógrafos, a que no se queden en los esquemas tradicionales y a que busquen la mejor manera de contar su historia.

-Podría pensarse que la clave de una buena foto es estar en el lugar preciso en el momento apropiado. Sin embargo usted aboga por la planificación.

-Sí, planifico mucho. Estar en el momento y sitio adecuado, en efecto, es muy importante. Y precisamente por eso hay que planificarlo. Yo en mis libros abordo temas muy amplios por lo que trato de tener una visión como de gran angular de los acontecimientos. Porque la imagen del hecho que en este momento está ocurriendo siempre va a haber un tío con un móvil que la esté haciendo. Creo que la labor del fotodocumentalista ya no es captar el momento en el que la cosa ocurre sino captar otros muchos momentos y desde ahí proponer un análisis o una reflexión.

-¿Las cámaras digitales y los móviles han banalizado la fotografía?

-No es que se haya banalizado, es que la foto ha dejado de ser algo permanente para convertirse en efímero. Una foto en Facebook es como una palabra al viento, apenas dura un segundo.

-Llegado el momento de enfrentarse a un nativo en un desierto de China o a un barco de emigrantes en el Mediterráneo, ¿qué parte le corresponde a la técnica y cuál a la emoción?

-La técnica hay que dominarla mucho para olvidarse de ella, para que no sea una preocupación cuando llega el momento. A partir de ahí son primordiales la emoción y, sobre todo, la concentración, el saber qué estás buscando exactamente e ir a por ello.

-¿Cómo se enfrenta a la huella emocional que deja vivir situaciones como las que usted fotodocumenta?

-Las situaciones que yo vivo no son nada comparadas con las de los reporteros que van donde sí que hay una violencia latente y se juegan la vida. Yo estoy en un lugar analítico. Acercándome a las crisis, pero no metiéndome en ellas del todo. Claro que vivo situaciones tensas. Un rescate de inmigrantes en alta mar o el éxodo de refugiados en los Balcanes claro te deja una huella emocional. Pero no llega a provocarte un estrés postraumático como sí he visto en otros compañeros.

-Ha confesado que es más de libros que de exposiciones.

-Sí, las exposiciones me gustan pero no mucho. Son algo más efímero. Tan efímero como que generalmente solo están vigentes el día de la inauguración (se ríe). Y no cumplen la función que cumple un libro, al que puedes recurrir las veces que quieras y en tu propio entorno. No sé... Ir a una exposición me parece algo así como ir a misa.

-Y los premios, ¿para qué sirven?

-Son importantes, sobre todo en los primeros años. Los fotógrafos no tenemos jerarquía. Te puedes pasar 30 años haciendo fotos y no serás capitán fotógrafo. La manera visible y comprobable de avanzar es a través de lo que publicas y donde lo publicas y de los premios. ¿Para que sirven realmente? Sobre todo para que los demás tengan una evaluación rápida de tu trabajo. A mí el primer World Press Photo me vino muy bien por una cuestión de autoestima. Mi entorno me tomó más en serio. En ese sentido fue útil.

-¿Sigue vigente aquello de que una imagen vale más que mil palabras?

-No, y creo que nunca estuvo vigente del todo. No es más que una frase lapidaria. En determinadas ocasiones mil palabras bien escritas lo pueden decir todo.