La comarca se rebela contra la cuesta de enero

Patricia García Lema
PATRICIA GARCÍA A CORUÑA

SADA

Mar Pena, en su finca de Sada
Mar Pena, en su finca de Sada PACO RODRÍGUEZ

Los vecinos del área metropolitana tienen la solución para superar enero con nota. Desde compartir coche para ir a trabajar hasta vender por Internet toda la ropa que no usan

14 ene 2017 . Actualizado a las 01:32 h.

Navidades alegres, cuestas de enero tristes. O no. Porque el comienzo del año no tiene por qué ser tan duro como se piensa, aquí van algunos trucos para hacer que el primer mes del nuevo año sea menos empinado. En la comarca hay remedio para todo, hasta para atajar la cuesta de enero.

¿Qué tal si se empieza por economizar los gastos en transporte? Lo de compartir coche es más que una moda. Que se lo digan a Bibiana Ares. Esta betanceira se mudó en octubre a Sigüeiro. Desde allí va todos los días a trabajar al polígono de Bergondo. Entre combustible y peajes, solo en transporte el coste se va a 450 euros al mes. Para tratar de ahorrar, comparte coche con un compañero de trabajo que vive en Santiago. Resultado: sus gastos se reducen a la mitad.

Bibiana Ares comparte coche para ir a trabajar
Bibiana Ares comparte coche para ir a trabajar

«Una semana lleva él el coche y otra semana lo llevo yo. A final de mes se nota», explica Bibiana. No son los únicos que lo hacen. Cuenta que a Bergondo llegan en el mismo coche otros compañeros que vienen desde Ferrol. Todo ahorro es bueno.

Sobre dos ruedas

Compartir coche no es la única forma de superar con nota la cuesta de enero. Para muestra el ejemplo de Ángel de la Sierra. Este asturiano con base en Sada va todos los días a trabajar en bicicleta. Desde Meirás hasta el Náutico de A Coruña, y otra vez de vuelta. En total, 50 kilómetros al día. «Hago más kilómetros porque no puedo ir en línea recta; hay mucho tráfico y no es seguro, así que doy más vueltas para llegar tranquilo al trabajo».

Ángel de la Sierra va a todas partes en bicicleta
Ángel de la Sierra va a todas partes en bicicleta

Confiesa que nunca se paró a calcular lo que se ahorra al dejar el coche en casa. Pero hagan cálculos: «El año pasado hice 17.000 kilómetros en bicicleta… ¡Así que imagínate lo que ahorré!». «Hay mucha gente que me dice que estoy loco por ir a trabajar todos los días en bicicleta desde Sada hasta A Coruña, pero para mí es algo más que un tema económico. Es una forma de llevar una vida sana y es un hobby», asegura. Mantener la bici es «barato, solo tienes que engrasarla y lo único que te puede pasar es que se te pinche una rueda». Echa de menos más cultura de la bicicleta como medio de transporte. «En la zona de Bastiagueiro está fatal y los conductores muchas veces parece que están enfadados con los ciclistas». Su modelo ideal: el de Suecia. «¡Cuando fui se me saltaban las lágrimas! ¡Hay hasta retenciones de bicicletas!».

 El supermercado en casa

¿Quiere gastar menos en la compra? ¿Qué tal si monta su propio huerto en casa? Eso fue lo que hizo James García en Arteixo. James, que debe su nombre a la afición de su padrino por el guapo de las películas del oeste de los cincuenta, tiene desde hace un año y medio una finca en el Camiño do Cancelo en la que cultiva de todo. Desde zanahorias o puerros, dos alimentos que resisten en las tierras gallegas todo el año, hasta otros más curiosos, como aguacates o membrillos. «Estoy probando con unos injertos de manzanas en este árbol de membrillos a ver qué sale. Busqué en Internet cómo hacerlo y espero que el truco sirva», cuenta orgulloso. Para el James el supermercado está en su propia casa. «Tenemos tanto que a veces hasta repartimos con los vecinos. Somos dos en casa y no somos capaces de comérnoslo todo». Para este vecino de Arteixo cuidar el huerto no es una obligación, «es un placer y uno de mis sueños. Siempre quise tener uno».

James García tiene un huerto en Arteixo
James García tiene un huerto en Arteixo

«Se nota el ahorro. En el supermercado un repollo te cuesta dos euros, y si lo tienes en casa con una patata y un huevo ya haces una comida y sin gastar nada». Mar Pena lleva 45 años viviendo en O Tarabelo, en Sada. En su casa tiene un huerto en el que hay un poco de todo lo que se necesita para el día a día, como tomates, pimientos, lechuga, brécol o judías. «Con eso y con los huevos que ponen las gallinas -4 o 5 diarios-- ya tienes casi la mitad de la compra hecha», asegura. «Y, además, es todo mucho más sano porque es casero». Recuerda que cuando era pequeña plantaba patatas con su madre. «Pero ahora me da casi más trabajo que comprarlas, así que prefiero cultivar otros productos que me resultan más rentables en el día a día».

En unos días toca preparar la tierra para empezar a plantar los repollos. «También vamos a dejar todo listo para los pimientos, aunque hay que esperar hasta marzo para sembrarlos», explica Mar Pena. «Soy primerizo en esto y no sé si saldrá todo lo que planté en la finca, pero disfruto mucho en el campo y ya estoy pensando en la nueva temporada», cuenta James García.

«Cualquier día vendo también a mi marido»

Laura Gómez abrió su perfil en Wallapop hace un año. Su dominio de esta web de venta de productos de segunda mano es tal que sus amigas le han puesto un mote: WallaLaura. «Dicen que cualquier día vendo también a mi marido», bromea. Empezó hace un año, cuando su prima se lo recomendó después de ver un anuncio en la tele. Desde entonces, esta betanceira de 30 años lo vende todo. «Y cuando digo todo, es todo», recalca. Desde ropa «prácticamente nueva» que ya no le sirve -«adelgacé mucho y no me compensa arreglarla porque gastaría más»- hasta televisiones antiguas que no usa. «Vendí una de culo por 10 euros».

Laura Gómez, vende en Internet la ropa que no usa
Laura Gómez, vende en Internet la ropa que no usa cesar delgado

Prefiere Wallapop a otras webs de venta on-line, como Chicfy -ya sabe, «Claro que sí, guapi»- porque «el manejo es fácil, las prendas y objetos que se ponen a la venta son más baratos y no cobran comisión». Ella misma hace las fotos con el móvil y «normalmente también subo fotos con la prenda puesta porque así se vende mejor». «Le pones un título, la describes bien y la pones a la venta con un precio asequible para que la compren pronto». Tiene más de 100 productos en su cuenta, lleva vendidas 46 prendas y sus compradores le han dado cinco estrellas por su atención. «Que te valoren es muy importante para seguir vendiendo». Al mes se puede sacar 80 euros, un extra que a veces se va para la hucha y otras «lo invierto en prendas nuevas o que me hacen falta». «Siempre surge algún imprevisto y ese dinero me viene muy bien, sobre todo en esta época».

En plataformas como Wallapop se vende de todo. «Hay tonterías que crees que no sirven para nada que después las subes a la web y las acabas vendiendo. Creo que si algo está en buen estado se le puede sacar partido», afirma Laura mientras muestra la última venta que hizo. «Llegué a vender por 8 euros la caja de la Nintendo original. ¡Solo la caja, sin nada dentro! Incluso me llegaron a ofrecer 20 euros, pero como ya la había comprometido (soy fiel a mis compradores) se la vendí al primero que se interesó por ella. Creo que es la cosa más insólita que he vendido». Asegura que no sube más prendas porque no tiene más tiempo, y reconoce que la experiencia de vender on-line es muy gratificante. «La relación con los compradores es muy buena, muy cercana. ¡Incluso me mandaron mensajes a WhatsApp para felicitarme las fiestas!».

Reciclar en la cocina

«Lo peor que podemos hacer es tirar alimentos; ahí es donde se va todo el dinero». Alejandro Alcaraz, propietario desde hace diez años de la cervecería El Potro, en O Burgo, lo tiene claro: nada de tirar comida a la basura, lo mejor para superar la cuesta de enero es reciclar alimentos. «Un ejemplo claro es el pan: a lo mejor compras tres barras en el supermercado porque están de oferta, pero después no sabes qué hacer con todo lo que te sobra. Puedes guardarlo y preparar al día siguiente un panini con tomate, queso y jamón y cortarlo en rodajas, calentarlo en el horno y hacer pan tostado». Otra idea: «Lo mismo pasa con el pollo. Si preparas pechugas y te sobran, las puedes utilizar al día siguiente en una ensalada». Incluso de los potajes se puede sacar algo más que un plato caliente de cuchara. «Si haces garbanzos y te sobran los puedes convertir después en hummus y tomarlo con ese pan tostado que te guardaste del día anterior». Para Alcaraz, conseguir reducir los gastos en alimentación pasa por una buena organización: «Hay que planificar las comidas y pensar antes de comprar».

Carlos Boado, en El Caserío de Tión
Carlos Boado, en El Caserío de Tión cesar delgado

Para Carlos Boado, la clave está usar de productos de temporada. «Hay más cantidad, saben mejor y son más baratos». El cocinero y propietario de El Caserío de Tión, en Coirós, pone como ejemplo los erizos de mar: «Está a punto de empezar su momento y por 5 euros te puedes llevar un kilo de ellos (unas 20 piezas). Haces un plato diferente, pero sin gastar mucho». Su propuesta para esta época: usar los erizos y rellenarlos de migas de merluza. «Para las migas, por ejemplo, puedes usar la cola de una merluza». Para los carnívoros, Boado elige las carrilleras. «Puede parecer que son más caras que las chuletas, por ejemplo, pero a diferencia de estas, en las carrilleras todo lo que pasa por la báscula se come, mientras que en las chuletas parte del peso es el hueso». Su truco maestro: dorarlas con cebolla, zanahoria, pimiento y ajo y vino blanco y tinto. Tres horas de cocción a fuego lento, y listo.