Encalla de nuevo el intento de Trump de liquidar el Obamacare

Javier Castro, F. E. WASHINGTON

INTERNACIONAL

DAVID MAXWELL | Efe

Nueve legisladores republicanos impiden la derogación de la reforma sanitaria en medio de profundas divisiones internas

27 jul 2017 . Actualizado a las 08:24 h.

Para Trump, el enemigo sigue en casa. Este miércoles, nueve senadores republicanos echaron por tierra la tercera intentona del presidente por acabar con la reforma sanitaria de Obama. La votación (43 votos a favor y 57 en contra) tensa aún más la cuerda entre el jefe del Ejecutivo y su partido, que seguirá batallando por un acuerdo hasta finales de semana.

Después de aprobar hace dos meses en el Congreso la nueva ley sanitaria por 217 votos a favor y 213 en contra, el paso por la Cámara Alta se presumía aún más complicado. Allí, los republicanos no cuentan con una mayoría tan holgada y las disidencias se pagan caro. El debate, celebrado gracias al voto del vicepresidente Mike Pence, ya auguraba tensiones. Horas más tarde, a los votos negativos de Susan Collins y Lisa Murkowski se unían siete republicanos más, tanto radicales como moderados, que hicieron imposible llegar a los 60 apoyos necesarios para aprobar el cambio legislativo.

Los demócratas, con 48 asientos en el Senado, dijeron no en bloque contra el proyecto de ley. Según Richard J. Durbin, líder del grupo en el Senado, el partido estaría dispuesto a discutir con los republicanos algunas enmiendas en los próximos días.

Hasta ahora, Trump ha presentado tres proyectos para sustituir el Obamacare, una de sus apuestas electorales clave junto con el veto migratorio y el muro con México, y los tres han sido rechazados. El futuro de su reforma sanitaria dependerá de alinear los intereses de los republicanos que consideran que el texto se queda corto, con quienes piensan que va demasiado lejos en la restricción de ayudas a la población más pobre. Todo ello con las elecciones legislativas en el horizonte.

El presidente desafía las normas y vuelve a increpar a Jeff Sessions

Con ataques públicos a un miembro de su propio gabinete y un discurso partidista en una reunión de boy scouts, Donald Trump demostró estos días cuánto han cambiado las cosas en Washington desde su llegada al poder. Trump ha reescrito las normas políticas desde que lanzó su campaña para la Casa Blanca hace dos años, pero esta semana el presidente republicano cruzó nuevas líneas.

Los sobrenombres burlones a quienes percibe como enemigos, como «Ladrona Hillary», «Mentiroso Ted» y «Pequeño Marco», han sido parte del estilo Trump desde el primer día. El presidente no inventó un apodo insultante para su secretario de Justicia y fiscal general, Jeff Sessions, pero este ha sido objeto de persecución pública en los últimos días.

«Es un poco desconcertante, indecoroso, que Trump vaya tras un seguidor tan leal de esta manera», dijo el ultraconservador presentador de radio Rush Limbaugh, según recoge AFP.

Sessions, fiscal general, fue uno de los primeros aliados de Trump, respaldándolo cuando pocos pensaban que el magnate inmobiliario de Nueva York tenía oportunidades de ganar la nominación republicana, mucho menos la Casa Blanca. Pero esa lealtad no le libró de los arrebatos presidenciales en las redes sociales. «¿Por qué no ha reemplazado al director interino del FBI Andrew McCabe, un amigo de (James) Comey que estaba al cargo de la investigación sobre Clinton pero obtuvo una gran cantidad de dólares (700.000) para la campaña política de su mujer de parte de Hillary Clinton y sus representantes», escribió Trump para recriminar al responsable del Departamento de Justicia su «debilidad» en relación a Clinton y a las filtraciones.

Apertura de pesquisas

Sobre este último punto, el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, indicó que Sessions tiene previsto anunciar la apertura de pesquisas formales. Scaramucci ha admitido que es «imposible» eliminar estas filtraciones, pero ha abogado por un cambio de cultura en Washington.

Larry Sabato, director del Centro para la Política de la Universidad de Virginia, consideró «sin precedentes» que un presidente socave a un miembro del gabinete con ataques tan duros. «Esta humillación pública, avivando el fuego, es sin precedentes. No se puede encontrar a un presidente tan desleal con alguien que estuvo con él desde el principio», dijo el experto.