Barnier exige al Reino Unido saldar sus cuentas con la UE

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

FRANCOIS LENOIR | Reuters

El negociador europeo recrimina a los británicos su actitud

13 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Michel Barnier pierde la paciencia. Las negociaciones del brexit todavía están en fase embrionaria, pero el jefe negociador de la UE ya se muestra asqueado con la actitud de sus socios británicos porque siguen sin aclarar qué tienen planeado para el divorcio. Bruselas sospecha que ni siquiera el Gobierno de Theresa May lo sabe. Los conservadores están partidos por la mitad, entre quienes desean una salida blanda y quienes optan por la ruptura total. «El tiempo corre», les advirtió ayer el francés.

Su equipo se reúne el próximo lunes con los negociadores de Londres para arrancar la segunda fase de negociaciones, pero hay más sombras que luces en el camino, especialmente después de que el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, mandase a «tomar viento» a la UE. Reino Unido se niega a saldar sus cuentas antes de abandonar el club y Barnier ya les ha dejado claro que no habrá relación futura de ningún tipo si no pagan lo que deben (unos 100.000 millones de euros).

«Es una cuestión de confianza. No se puede forjar una relación comercial, de seguridad y defensa a largo plazo si no reconocen la existencia de obligaciones financieras adquiridas mientras fueron socios», aclaró ayer durante su comparecencia en la Comisión Europea. «Puede ser difícil, lo sé, pero se trata de saldar cuentas como en cualquier separación. No vamos a pedir ni una libra ni un euro de más», zanjó.

Tres capítulos

La UE sigue firme en sus tres líneas rojas. No habrá avances en las negociaciones hacia un futuro acuerdo hasta que no se cierren los tres capítulos prioritarios y flecos como la separación de Euratom: los derechos ciudadanos, la factura y la solución fronteriza para las dos Irlandas. Por el momento May solo reveló detalles ambiguos e «insuficientes» de su propuesta de garantías para los 3.6 millones de europeos residentes en el Reino Unido. La letra no gusta en Bruselas. «La postura británica no les permitiría continuar con su vida como hasta ahora y no ofrece reciprocidad. Tenemos distintos niveles de ambición», fue la manera con la que Barnier despachó la oferta británica.

¿Qué es lo que no convence a la UE? Principalmente la idea de que los derechos de sus ciudadanos se vinculen a la legislación británica, la cuál podría sufrir cambios con el paso del tiempo. «No es una garantía a largo plazo», insistió el negociador europeo, quien quiere someter los litigios post-brexit a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE. Barnier sugiere a los británicos crear unos comités conjuntos para dirimir las disputas. «Si el Reino Unido se opone, creará incertidumbre sobre la aplicación eficaz de estos derechos. Queremos que nuestros ciudadanos se puedan acoger a procesos administrativos claros», explicó el galo que hoy se reúne con el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, y la líder independentista escocesa, Nicola Sturgeon. «Por supuesto que solo negociaré con el Gobierno británico», aclaró.

La Eurocámara cree que Londres no puede permanecer en Euratom

El negociador del Parlamento Europeo para el brexit, el liberal Guy Verhofstadt, apostó ayer por la salida de Reino Unido de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom). «Desde mi punto de vista, y teniendo en cuenta que desde el Tratado de Lisboa hay una ligazón intrínseca, uno no puede seguir siendo miembro de pleno derecho de Euroatom y en cambio no estar dentro de la UE», afirmó en el marco de un debate sobre el brexit en la comisión de Asuntos Constitucionales del PE.

El ex primer ministro belga justificó su punto de vista en el hecho de que Euratom es supervisado por la UE y cuenta con parte de presupuesto comunitario. Según Efe, Verhofstadt sí abrió al mismo tiempo la puerta a que Londres llegue a algún acuerdo de cooperación parcial con Euratom en el futuro tratado bilateral que pueda establecerse con Bruselas. La permanencia en la agencia atómica abrió fisuras en las filas tories que temen que la salida afecte a los tratamientos médicos contra el cáncer.