Las FARC abandonan las armas, pero la paz todavía sigue lejos en Colombia

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Mauricio Dueñas Castañeda | Efe

La guerrilla entregará el martes la totalidad del arsenal militar que todavía posee

27 jun 2017 . Actualizado a las 19:26 h.

«La guerrilla más poderosa y más antigua deja de existir», presumió el viernes Juan Manuel Santos. No es para menos. Colombia se prepara para una semana histórica. Gobierno y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) certificarán el martes la entrega del 100 % de las armas hasta ahora en poder del grupo. El acuerdo supondrá la prueba definitiva del fin de la guerrilla que protagonizó más de medio siglo de conflicto armado. Las FARC iniciarán de inmediato su conversión en partido: anunciarán nombre y estrategia durante un congreso en agosto.

La entrega de fusiles no garantiza sin embargo el éxito de un proceso muy frágil. Una de las mayores preocupaciones del Gobierno es la futura ocupación de los cerca de 7.000 ex combatientes. La mayoría podrán incorporarse a la vida civil casi de inmediato al no haber cometido delitos graves, pero no será fácil como prueba la polvareda que levantó que unos 350 «farianos» hayan empezado el curso para convertirse en escoltas nacionales. El principal objetivo del Gobierno es evitar, por medio de cursos y capacitaciones, que se unan a los alrededor de 300 disidentes que todavía operan en zonas remotas y cuya principal actividad, según las autoridades, es el narcotráfico. Esa disidencia mantiene secuestrado a un funcionario de la ONU desde principios de mayo.

Las FARC temen, asimismo, por su seguridad. Por ello pactaron con el Gobierno la creación de un cuerpo de élite policial, cuyas bases quedaron registradas la pasada semana. Alertan sobre una posible repetición del genocidio de la Unión Patriótica, el partido afín a la guerrilla surgido a mediados de los 80 durante una negociación de paz anterior. Más de 3.000 personas, entre dirigentes y militantes, fueron asesinadas en los 80 y 90. Cuatro guerrilleros y ocho familiares o personas cercanas a ex combatientes han sido asesinados en los últimos meses, levantando todas las alertas a pesar de que la mayoría de miembros de las FARC siguen confinados en sus zonas de concentración. También aumentó de manera drástica el asesinato de líderes sociales. Más de 160 han sido liquidados en los últimos 15 meses.

La paz en muchas regiones parece aún remota pues siguen actuando grandes actores armados. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha tomado el testigo de las FARC y, aunque negocia desde febrero su propio proceso de paz, continúa muy activo. Está detrás de dos atentados mortales contra policías en Bogotá en los últimos meses. Tampoco ha cesado de secuestrar. El viernes liberaba a dos periodistas holandeses retenidos a principio de semana. Según las autoridades, mantiene una feroz batalla por el control del territorio dejado por las FARC con el clan del Golfo, una banda criminal [narco-paramilitar para los expertos] dedicada al tráfico de drogas y que recientemente invocó un «plan pistola» contra la policía que ha dejado una decena de agentes en todo el país.

Las amenazas al pacto entre Gobierno y FARC no solo provienen de los fusiles. El Centro Democrático del ex presidente Uribe asegura que cambiará parte de los acuerdos si su candidato (por decidir) se impone en las elecciones de mediados del 2018. Las armas de las FARC ya están en poder de la ONU, pero el proceso sigue dejando interrogantes.